miércoles, 22 de junio de 2022

"FUMADORES DE MANOS SUCIAS" DE JERÓNIMO GARCÍA TOMÁS.

Reseña del escritor Carlos Manzano sobre el libro de relatos de Jerónimo García Tomás. Esta reseña apareció publicada en su blog el 15 de junio de 2022.

Aunque no puedo calificarlo de sorpresa (ya había leído textos de su autor en diversas antologías y revistas literarias, todos ellos de calidad más que notable), el libro de relatos Fumadores de manos sucias, del escritor valenciano Jerónimo García Tomás, publicado en 2022 por Contrabando, me ha supuesto una de las mayores satisfacciones literarias de los últimos tiempos. Compuesto por siete relatos que pueden adscribirse sin demasiadas dificultades al género negro (entendido desde una perspectiva amplia, como un género que busca penetrar en las oscuras oquedades de lo humano y que va mucho más allá de las clásicas convenciones alrededor del delito y el crimen), el libro, magníficamente escrito, se descubre como un brillante artefacto narrativo, en primer lugar por su enorme rigor literario, fruto de un compromiso estético que trata cada párrafo, cada frase, cada palabra, como un fin en sí mismo y donde absolutamente nada es gratuito ni prescindible; y en segundo lugar por el magnífico elenco de personajes y situaciones que atraviesan sus páginas y por la crudeza con que estas son expuestas ante nosotros, sus lectores.

Todos los relatos sin excepción se sitúan a un altísimo nivel literario, desde el primero, que nos presenta a un ocasional traductor que se ve obligado a intervenir en un conflicto de clanes mafiosos, hasta el último, protagonizado por los operadores de una importante empresa de logística que funciona a modo de micromundo donde se reproduce lo mejor y lo peor del ser humano. Lejos de ofrecer una visión compasiva o indulgente de los personajes, el crudo realismo con que están expuestas las historias subraya la arbitrariedad que rige sus vidas y desvela las estructuras de poder en que estas se desenvuelven: el mundo ya era así cuando llegamos y poco podemos hacer para modificarlo, parece desprenderse de los relatos. Como curiosidad, uno de los mejores cuentos, el que lleva por título «Chaquetas rojas», ya tuvimos el placer de incluirlo en el último número de la extinta revista Narrativas, pero volverlo a leer de nuevo me ha servido para situarlo dentro del universo narrativo de Jerónimo García Tomás y apreciar aún más si cabe la particular idiosincrasia del autor valenciano.

Jerónimo García Tomás
Sin desmerecer en absoluto el resto, como ha quedado dicho, hay especialmente dos relatos que a mi entender sobresalen del conjunto, ambos extraordinarios, me atrevería a decir incluso que deslumbrantes, y que me apetece resaltar aquí: «Gasolineras», donde dos mujeres de distinta clase social, aunque con similares dificultades para acceder a un mundo que desean pero al que no pertenecen, se dejan llevar por un extraño juego que bascula entre la fascinación mutua y la pura necesidad, y «No me moveré de aquí», más breve que el anterior, pero de enorme contundencia a la hora de plasmar la fragilidad humana, donde los personajes se ven incapaces de quebrar esa barrera invisible que las circunstancias y los intereses ajenos han erigido a su alrededor. En la misma medida merece destacarse el talento de Jerónimo García Tomás para construir unos diálogos magníficos, tan descriptivos como sugerentes, tan reveladores como lúcidos, como parte de un trabajo de construcción de personajes que en muchos momentos alcanza la perfección.

Jerónimo García Tomás, con Fumadores de manos sucias, da sobradas muestras de manejarse con total maestría en el formato breve, a la vez que se confirma como un experto desbrozador de las convenciones humanas, ese juego de verdades y mentiras en el que todos, seamos conscientes o no, tomamos parte a diario. Un excelente libro de relatos que merece, sin duda alguna, el interés no solo de los fieles seguidores del género negro, siempre anhelantes de propuestas regeneradoras como esta, sino de los amantes de la buena literatura comprometida con el mundo en que vivimos, o lo que es lo mismo, de la literatura —me atrevería a decir— de «carne y hueso», que nada tiene que ver con esa otra literatura de «cartón piedra» que tan buenos resultados monetarios suele dar.
Carlos Manzano


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