2003-2013: DIEZ AÑOS SIN BOLAÑO
El 15 de julio de 2003 fallecía en un hospital de Barcelona Roberto Bolaño. Once años antes le habían diagnosticado una grave enfermedad hepática. Al morir estaba en el puesto número 2 de la lista de transplantes de hígado.
Bolaño es, sin ninguna duda, el escritor más determinante de la lengua española de nuestro tiempo. Máxime si tomamos el español como la lengua de los 500 millones de hispanohablantes, y no sólo como una lengua autonómica peninsular.
Bolaño concebía la literatura, a la manera borgiana, como una forma de conocimiento. Pero, al mismo tiempo, al hilo de Rimbaud, creía que escribir es pasar "una temporada en el infierno".
Fue un lector febril e impenitente, un fatigador de libros, un escritor con una cultura poética y literaria apabullante. Y dejó para nosotros un canon de lecturas, guiado por sus poderosas filias y fobias, que tiene tanta importancia como su propia obra.
Fue asimismo un escritor torrencial y compulsivo: las tres o cuatro mil páginas hasta ahora publicadas de su obra no son, posiblemente, más que la punta de ese enorme iceberg que se ha mostrado estos días en la exposición del CCCB en Barcelona, con sus 14.000 páginas inéditas.
A los 20 años, en México, un Bolaño juvenil y destrozón creó, junto a un puñado de poetas desconocidos (Mario Santiago, Bruno Montané,...) un movimiento de vanguardia poético, deudor del "estridentismo" mexicano de los años 20 y, cómo no, del surrealismo. Como toda verdadera vanguardia, el "infrarrealismo" aspiraba a cambiar el arte para cambiar la vida y cambiar el mundo.
En 1977 aterrizó en Barcelona, donde tras infructuosos esfuerzos para mantener viva una poética vanguardista, por pura necesidad de supervivencia acabó recalando en una "nueva prosa", la prosa singular y única de Bolaño, un sistema narrativo propio por cuyas venas continuó circulando siempre su inagotable instinto poético.
Desde 1994 a 2003, escribió a contrarreloj un puñado de relatos y novelas, que fue publicando en Anagrama: tres libros de cuentos, media docena de nouvelles, entre las que destaca "Estrella distante", y dos obras maestras, que cierran y abren los portones literarios del viejo y el nuevo siglo: "Los detectives salvajes" (1998) y "2666" (2004, póstuma). Merced a ellas la obra de Bolaño ha devenido -como ya intuyó y anuncio Vila-Matas- en "una grieta que abre brechas por las que habrán de circular nuevas corrientes literarias del próximo milenio".
Su fama y su relativa gloria han sido absolutamente póstumas. En vida, él no se consideró otra cosa que -como escribió una vez-: "un pasajero ilegal en este tren al infierno".
Homenajear hoy a Bolaño no es más que una forma de reconocer la deuda que tenemos con él, y un intento de que sean muchos otros los que tengan la suerte de adquirirla.
El acto de homenaje, que tuvo lugar el lunes 15 de julio, en la Librería Bartleby de Valencia (Cádiz, 50, Ruzafa), contó con la presencia y las intervenciones de:
Sergio Pinto. Poeta chileno. Presentó el acto y glosó el papel de Bolaño en el actual momento literario de Latinoamérica.
Aldo Alcota. Poeta chileno. Habló sobre el "infrarrealismo" y sus vínculos con el surrealismo.
Nacho Cebrián. Poeta e integrante del movimiento Simultaneísmo. Trató sobre la poesía de Bolaño.
Federico Fojas. Responsable del Taller de narrativa de la UPV y coordinador de LAB. Intervino acerca de los cuentos de Bolaño.
Manuel Turégano. Escritor, crítico y editor (Ediciones Contrabando). Habló sobre las novelas de Bolaño.
Durante el acto se proyectaron fragmentos de entrevistas con Bolaño, y se leyeron poemas y textos en prosa de Roberto Bolaño.
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