lunes, 1 de agosto de 2022

JAVIER NAVARRO: «La sátira es el más fenomenal e intuitivo mecanismo de deconstrucción»


Artículo de Bel Carrasco publicado en la Revista MAKMA el 27 de julio de 2022 

JAVIER NAVARRO: «La sátira es el más fenomenal e intuitivo mecanismo de deconstrucción»

Bel Carrasco

Durante el confinamiento y las semanas de movilidad restringida que siguieron se produjo un fenómeno sin precedentes en este país. Entre la perplejidad y el miedo, muchos ciudadanos se lanzaron a escribir sus pensamientos y emociones, a urdir relatos de ficción para huir del tedioso encierro y conjurar los múltiples temores que acechaban en las sombras. 

La mayoría de esos textos se disolvieron como lágrimas en la lluvia, pero algunos han tenido la suerte de plasmarse, negro sobre blanco, en libros disponibles en bibliotecas y librerías. Uno de los textos de origen pandémicos más curiosos es ‘La Pasión según Diodoro (Auge y caída del Gran Delfín)’, de Javier Navarro, profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de València, publicado en Che books, la colección más transgresora del sello valenciano Ediciones Contrabando. 

En este compacto volumen del tamaño de un libelo, breviario o misal, Navarro cuenta la segunda venida de Cristo en plena pandemia del coronavirus, a partir de la cual nace una nueva religión, el delfinismo, con sus apóstoles, apóstatas, apologetas y herejes. Mimetizando el lenguaje evangélico y parodiando el estilo académico, con profusión de notas a pie de página, compone una pieza de literatura satírica posmoderna, con sonrisas y risas garantizadas. 

«No soy una persona especialmente religiosa, pero Buñuel, uno de los genios que más admiro, tampoco lo era y, sin embargo, estaba fascinado por la liturgia», dice Navarro. «En el confinamiento, me estuve informando sobre anteriores pestes y me llamaba la atención el absoluto silencio de la Iglesia, que en anteriores pandemias siempre alzaba la voz y convocaba misas y procesiones. De esa constatación surgió el evangelio de Diodoro» 

Diodoro y su inseparable Sardanápalo –Sarda para los amigos– vagan por una ciudad transfigurada por la peste, calles vacías sobrevoladas por helicópteros con potentes proyectores que vigilan las azoteas, cuando se dan de bruces con el mismísimo hijo de Dios, cuya epifanía entre explosiones de petardos tiene lugar en una iglesia cercana al mar que bien podría ser la del Rosario del Canyamelar. 

Con un aire nórdico que recuerda al Max Von Sydow de ‘La historia más grande jamás contada’, el nuevo mesías porta una mascarilla azul claro y unos guantes azul eléctrico que contrastan con su nívea túnica. 

Diodoro y Sarda se suman a sus discípulos y numerosos seguidores, junto a los oportunistas de turno que pretenden medrar a la sombra del carismático profeta surgido del coronavirus: el hereje Orestes y el Obispo Canniviumm de marcado acento alemán. Una historia repleta de humor fantástico y surrealista, que puede herir ciertas sensibilidades, pero que es un soplo de aire fresco en estos tiempos de autocensura y cancelaciones diversas. Ocho breves capítulos intercalados de oraciones e ilustraciones alegóricas de Gustave Doré, Jean Dintras o Erhard Schön. 

Además de varias antologías de relatos, Navarro publicó, en 2015, ‘Tableaux Vivants. Diez cuadros vivientes‘, una colección de cuentos fantásticos publicada por Contrabando. «La imaginación es lo más importante para mí a la hora de escribir. Me encanta lo fantástico como extrañamiento de la realidad en la línea de Cortázar, la búsqueda de realidades alternativas a lo cotidiano». 

«También el humor es esencial –prosigue–. La sátira es una aproximación a la vida llena de inteligencia, que acepta el absurdo y se ríe con él. Aporta la dosis de incredulidad, de irreverencia que permite carcajearse de las convenciones, del poder, de las religiones, de las certidumbres, de uno mismo… Es el más fenomenal e intuitivo mecanismo de deconstrucción, por no decir antídoto, con el que contamos. Si coartamos la irreverencia, se acaba con todo». El evangelio apócrifo de Diodoro esta plagado de guiños dedicados a lectores cómplices. «Hoffmann me parece uno de los grandes maestros de lo fantástico y, en homenaje a él, Sardanápalo lleva un catalejo que, como el del protagonista de ‘El hombre de arena’, permite, en teoría, ver las cosas como realmente son. Hay otros referentes como Buñuel, o escritores como Borges, Álvaro Cunqueiro o Joan Perucho, que me influyen mucho; o, más cerca de nosotros, Pilar Pedraza». 

'La muerte de Sardanápalo’ (1827), de Eugène Delacroix.
Cambio climático, crisis económicas, guerras reales e imaginarias… Vivimos al borde del fin del mundo y, como dice Diodoro, parece que disfrutamos “del placer delicioso y secreto de asistir a él”. «Con este panorama de incertidumbre, caos, falta de confianza en el futuro y de expectativa, no es de extrañar que crezca ese apocaliptismo catastrofista. Y creo también que tenemos una cierta atracción mórbida por esos crepúsculos de los dioses wagnerianos, tan bellos si no nos toca vivirlos de verdad, claro. A ello contribuye de forma entusiasta nuestra sociedad del espectáculo. Imagino que anida ahí también esa pulsión nihilista, suicida, esa tendencia a la autodestrucción que existe en nosotros, ese demonio de la perversidad que decía Poe».

¿Si Jesucristo volviera a la Tierra en que tipo de cruz lo clavarían? ¿Sería influencer o youtuber? «Yo creo que siempre acabaría crucificado, o ultimado –como dicen en América Latina– de una u otra manera. Tal vez usado como tonto útil en algún momento y, después, abandonado a su suerte, quizás en un manicomio, en una residencia o tras unos cartones en un rincón de la calle. No creo que le diera por lo de influencer o youtuber, porque, igual, con tanto plan para no pagar impuestos, no le quedaba tiempo para pensar sermones y hacer milagros». 

Los jóvenes conocen el método pilates, pero no tienen ni idea de quién fue el Poncio Pilatos, por no hablar de Abraham, Moisés, Absalón, el profeta Malaquías e infinidad de personajes bíblicos. «El acervo judeocristiano forma parte de nuestra cultura. De manera ímplicita está en nosotros desde la infancia: el relato de la Pasión, la imagen de Cristo, etcétera, aunque no hayamos tenido una educación especialmente religiosa. Ese legado es parte de nuestro pasado, como lo es, por ejemplo, la cultura clásica grecorromana y precristiana Su desconocimiento cultural e histórico es una merma lamentable».

Como historiador, Javier Navarro se ha centrado en la cultura del movimiento obrero y, en particular, de los anarquistas. «Creo que debemos casi todo lo que tenemos a las luchas históricas de los movimientos sociales por nuestros derechos», afirma. «Gracias a esa perspectiva, entiendo que hay que estar presentes y pugnar también, dentro del reino de lo posible, por mantener y ampliar esas conquistas. Contra todo esencialismo, me merece el mayor de los respetos quienes luchan dignamente por ello en todos los ámbitos», concluye Navarro.

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