“LA POESÍA LATINOAMERICANA
SE ENCARGÓ DE LA
CONTINUIDAD Y LA RENOVACIÓN DEL GÉNERO EN LENGUA CASTELLANA”.
Por Aldo Alcota.
Sanatorio
(en llamas) es tu
primer libro. ¿Sentías que ya era hora de publicar?
No sé
si se siente que ya es hora de publicar como se siente otra cosa… lo que si sé
es que el poeta desea hacerlo por una sencilla razón: uno cree en su obra y es
por eso que a través de la publicación puede llegar a manos del buen lector,
más allá de compañeros de letras o amigos. La sensación de saber que en el
disco duro hay varios poemarios que se pueden quedar ahí es algo difícil de
admitir, pero sin lugar a dudas, lo que verdaderamente importa es seguir
escribiendo. Ser poeta no es algo pasajero, ni gratuito, uno ha de escribir
siempre, y esto, es para siempre.
“Porque escribí estoy vivo” advierte
Lihn. ¿Te da vida la escritura, te mantiene despierto en este complejo mundo? ¿Por
qué escribe Sergio Marín?
La
poesía vive por sí misma, el poeta es un instrumento que trabaja con la
palabra, y en esa labor es donde uno se siente vivir o morir sin morir o todo
lo que se te ocurra. Cuando el poeta escribe no ocupa el mismo espacio ni
utiliza el mismo tiempo, la cotidianidad está dentro de la membrana con que se
recubre de soledad, es una labor en soledad, pero donde no se sufre, se vive;
yo sufro cuando no escribo. Escribo porque es lo que mejor sé hacer.
¿Cuándo está
acabado un poema?
Es difícil
de determinar. Hay poemas que requieren un esfuerzo adicional para su
terminación, más corrección, de todas las formas posibles, silencios, ritmo, adjetivo,
puntuación e imagen, y un largo etc… y a veces si no se para se va, se destroza
el poema. Si un poema es bueno en esencia, hay que eliminar lo que lo fuerza,
lo que lo apaga, hay que sacarlo a flote. También hay ripios insalvables. Otros
son casi perfectos cerca de su nacimiento y hay que manosearlos poco. Algunos, los mejores quizá, son los que podrían
continuar, ellos solos, y lo bueno es que sigan en la cabeza de quien los lee…
En 2010 publicaste
una plaquette de título Inquilinos,
por Editorial Transfusiones. ¿Cómo ves el avance de tu poesía desde esa
publicación al actual libro? ¿Qué cambios ves en tu poética?
Existe
una evolución. Un pulir y esculpir la palabra. Una búsqueda musical. Lo más
grato es poder llegar a mantener el equilibrio entre música, imagen y la
sensación de picor bajo el trapo… Esta evolución es por el propio trabajo y el
devenir, es decir, leer y escribir o escribir y leer. Realmente uno sabe que ha
encontrado algo cuando lo tiene en el papel, pero hasta ese momento, puede
haber escrito muchos ripios, repetirse diciendo, o volver a fórmulas ya
escritas que no dan resultado o que lo dieron y se corre el peligro del
estancamiento. Hasta que se recoge un pulso nuevo y se le reconoce: esto es,
aquí hay poesía.
¿Sientes cercanía
con los circuitos literarios de España?
Realmente
no, ninguna. Puede haber, y los hay, ciertos poetas en la periferia del
panorama que escriben muy bien, pero con los que es difícil contactar para
hablar de poesía. El resto es una repetición, una copia de la copia de la copia
ya escrita hace más de… De hecho, hay bien pocos circuitos poéticos en España,
lo que hay son circuitos de mamarrachadas y perfopoesía y toda esa caterva de
pasquín social y poesía de barril. Se ha perdido la obra, lo que cuenta es lo
que rodea la obra. Si para vender un
libro tengo que hacer el payaso mejor sigo leyendo, solo en mi casa o
con amigos, a todo lo que me queda por leer, que es muchísimo.
¿Qué poetas no
deben faltar nunca en tu biblioteca?
La lista
es interminable. Diré: Lautréamont, algún surrealista, Larrea y Lorca, Paul
Celan, Aldo Alcota, Pablo de Rokha, Nacho Cebrián, Pablo Camus, José Lezama
Lima, Lola Pan, Góngora, Gonzalo Lagos, San Juan, Sebastián Vítola, Vallejo, Rilke,
Virgilio y un largo etc. que abarca todos los tiempos.
Tu escritura es parte de un desgarro
existencial y es a la vez testigo de un mundo que se cae a pedazos, absurdo y
grotesco. Otras veces insistes en la fragilidad corporal, en la monstruosidad
humana llena de ansiedad. ¿Qué es para ti lo monstruoso?
Lo
cotidiano, con toda su belleza, y la cantidad humana donde se desenvuelven los
aconteceres. Lo monstruoso está en todas partes, sólo hace falta mirar, pero
cuidado, deja de ser algo interesante cuando se naturaliza, hay que apreciarlo
desde la metáfora, para que pueda asirse una emoción renovada.
¿La poesía puede
salvar al ser humano de la infamia cotidiana?
No creo
en la poesía como salvación de ninguna manera, eso depende de la propia
persona, y las personas somos demasiado complejas hasta en nuestra simpleza,
estamos hechos, entre otras cosas, de contradicciones, así que un día alguien
puede leer un buen libro de poemas y ver algo en sí mismo o a su alrededor,
digámoslo así, virtuoso o perverso, y al día siguiente convertirse en un
contrario, es decir, es el propio individuo el que elige los caminos, la poesía
puede ayudar, o no, en ningún caso salvar. En eso estamos solos. Acaso, con
suerte, contar con algún verdadero amigo.
¿Cómo definirías
el Barroco, el Surrealismo y la extrañeza en la poesía?
Empezaré
diciendo que a mí me podrían llamar neobarroco, para bien o para mal, pero me
es indiferente. Yo creo en una estética en movimiento, y por qué no, tener algo
de barroco es algo muy interesante, eso sí, quizás el simple o vago necesite
algo más ligero para no esforzarse con sus emociones… Ya se han encargado otros
de definir los términos. Yo creo en la
buena poesía, barroca o no, pero es cierto que donde muchos ven densidad
y hasta oscuridad, yo veo luz, y mucha… El Surrealismo es el movimiento más
comprometido y directo para con la sociedad y el arte, y a la vez es el más
incomprendido o malinterpretado de todos. Hay grandes poetas y artistas surrealistas y a partir de ellos una gran
influencia, directa o indirecta, en el arte en general. Negarlo o apartarlo
supone negar la condición humana de la expresión artística, lo mismo que negar
otros movimientos, lo que ocurre en la actualidad. Todo el mundo debería
leerlos para así comprender un poco más el sentido del arte, de la poesía. El
arte es un animal que nadie puede cazar, en continuo movimiento, afortunadamente
para el resto unos cuantos lo atrapan por un instante, ese instante es el que vemos
o leemos, por eso es tan grande e importante, negar algo así es vivir en una
celda creativa pretenciosa e injusta. Grande el Surrealismo.
Eres un gran lector de poetas
latinoamericanos ¿Qué cosas ves en ellos?
La
poesía latinoamericana se encargó de la continuidad y la renovación del género
en lengua castellana, recibiendo con los brazos abiertos a la vanguardia, y por
supuesto más tarde cuando aquí sufrimos la dictadura y el consecuente
enquistamiento. Quiero decir que fueron
los que abrieron nuevos caminos creativos con un resultado increíble.
Afortunadamente es de donde han podido y aún podemos mamar los poetas
españoles, y de todo el mundo, por supuesto.
Hace tiempo que ya eres amigo del poeta
cubano José Kozer. Él escribió una reseña sobre tu poesía y la proyecta como
una de las grandes en el paisaje literario de España. ¿Qué es para ti tener cercanía con Kozer?
A José
no me lo presentó nadie, lo leí y su poesía me hechizó, busqué su correo y lo
contacté. Su recibimiento fue para mí una grata sorpresa. Humilde y gran
trabajador, me brindó una amistad que durará siempre. Y no sólo hablamos de
poesía, no sólo intercambiamos textos u opiniones sobre este o aquel poeta,
también hablamos de nuestras vidas, lo que hace que la distancia física se desvanezca
y parezca que lo tengo al lado: calidad humana la suya, y como buen poeta, se
lo ha leído todo… Lamentablemente aquí en España no se le ha leído todo lo que
se merece. En cuanto a su opinión acerca de mi poesía, es para mí de gran valor
ya que no sólo es un gran poeta sino que tiene un gran sentido poético. En todo
este tiempo siempre ha valorado para bien mis textos, no sin crítica, por
supuesto, lo que me lleva a pensar que es sincero, y eso es lo que más le
agradezco.
Junto con otros
amigos formas parte del Simultaneísmo. ¿Qué camino poético plantean? Tienen una
revista que ya lleva cuatro números ¿Crees en un trabajo poético colectivo?
Es
difícil definir un camino poético conjunto, entre otras cosas porque aunque
perteneciendo al Simultaneísmo, nuestras voces son bien diferentes. Sin embargo
hay puntos coincidentes en y entre todos
nosotros, puntos como la herencia vanguardista en un plano general, recoger el
imaginario, el uso de la metáfora, y en algunos de nosotros la búsqueda de un
sentido musical en el poema. La imagen y el silencio. El verso libre. Lo que
ocurre es que el Simultaneísmo no es definible porque, entre otras cosas es por
lo que me preguntas ahora en tu siguiente cuestión, un trabajo colectivo de
creación, de divulgación en cuanto a la revista se refiere, y de conexión entre
poetas de otros lugares. El Simultaneísmo es un lugar de reunión entre poetas,
aunque también organizamos jornadas poéticas en lugares donde cualquiera puede
venir, poeta o no, para charlar y escuchar poesía, que es de lo que se trata…
Tú y los
simultaneístas han sido publicados en una antología de Brasil por Editorial
Lumme. ¿Por qué publicados primero como grupo en Latinoamérica y no en España?
Nadie
es profeta en su tierra. Envié unos textos a Francisco Dos Santos que leyó y
apreció mucho; así nos propuso editar la antología donde están los textos de
todos. Francisco hace una labor en Brasil admirable, dando cabida a poetas que
como nosotros, tenemos difícil la publicación.
Hubo una plaquette que reunió poemas de
todos los integrantes, autoeditada por vosotros, con motivo de vuestra
participación en Vociferio (Festival
de Poesía de Valencia). ¿Piensan publicar otra más adelante?
Es
posible, así como también es posible otro tipo de publicaciones, por supuesto
la revista y quizás algún libro. Desde luego obra hay, somos escritores fecundos.
Detrás de toda publicación hay un esfuerzo.
¿Cómo fue
concebido Sanatorio (en llamas)?
¿Cuál fue su proceso?
La
concepción del Sanatorio (en llamas)
forma parte del proceso creativo, del devenir donde el poeta habita en su
momento. Influyen muchas cosas, pero siempre buscando la diferencia con lo
anterior escrito. No hay que repetirse, las fórmulas se gastan y aburren a no
ser que el poeta sea un genio. Así, en el momento en que uno recoge un nuevo
pulso y lo reconoce empieza el flujo, el verso fluye. Acababa de escribir otro
poemario bien diferente (Gracia) y
entre otras lecturas leía a Juan Luis Martínez. Me sedujo la idea de las
imágenes o fotografías, otra vez la búsqueda, aunque después ganó la palabra
con mucha ventaja… La diferencia con otros escritos fue la concepción del Sanatorio como poemario, es decir, con
las consecuentes conexiones en cuanto a forma, dividir en tres partes el
poemario no es gratuito, tiene un sentido estético que por supuesto no
condiciona a los poemas en su individualidad. Es un poemario amplio en cuanto a
registros porque el Sanatorio es todo
y somos todos, por dentro y por fuera, es espacio y es objeto y es dentro y
fuera del espacio y del tiempo, es emoción entrando y saliendo, es símbolo y
además quema…También encontré cierta musicalidad en gran parte de los poemas,
así como la importancia del silencio. Siempre, eso sí, sin estar condicionado
por lo que se quiere expresar, sin recoger ningún discurso que probablemente
hubiera maltratado y aniquilado la poesía. El proceso duró unos seis meses y me
sentí muy libre al escribirlo. Estoy muy contento con el resultado. Ahora la
obra ya no me pertenece y eso me alegra…
Eres un poeta
prolífico y cuentan que tienes más textos inéditos. ¿Debe el poeta escribir
todos los días o sólo cuando tenga un arranque de luz que provenga de su
imaginación? ¿De qué depende el pulso escritural de un poeta?
En mi
caso, me veo en la necesidad de escribir casi continuamente, aunque sé que es
fruto de mi neurosis, que poco a poco he ido reconociendo y tranquilizándome en
momentos de escasez creativa. Pero creo en el trabajo, y la lectura forma parte
del poeta tanto como la escritura. Cada uno encuentra el pulso cuando lo
encuentra y ese es el momento importante, el momento en que hay que dejarse de
tonterías y no distraerse, escribir, porque se va, se evapora, y aunque puede
volver, a veces no regresa. No me puedo perdonar dejar marchar ese momento
porque he quedado para tomar un café y hablar de cualquier chorrada, o porque
tengo que ir a comprarme unos calzoncillos aunque sólo tenga uno y lo tenga que
lavar todos los días. En la práctica es difícil, el entorno nos absorbe, pero
con el tiempo se aprende a compaginarlo todo, se aprende a sujetar el pulso y a
no convertirse en misántropo, aunque la labor de escribir es en soledad. ¿Para
qué sino uno escribe? ¿Acaso hay que escribir sólo los domingos? La inspiración
no existe, en todo caso hay en el poeta un instinto constante, a veces inapreciable,
con el que convive y desde donde se atrapa al poema.