Del blog MALETA DE LIBROS de GINÉS J. VERA lunes, 20 de abril de 2015
Entrevisto
esta semana a Joaquín María Azagra al hilo de la publicación del libro de
relatos ‘Arrepentimientos, incisiones, pigmentos
e incógnitas’ (Contrabando, 2015). Azagra es valenciano, doctor en
Economía, ejerce como científico del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. Publica regularmente en revistas académicas sobre Estudios de
Innovación. Desarrolla paralelamente producción literaria y audiovisual. Sus
trabajos audiovisuales (Paseantes, Segunda mano, Ven esta noche, Un talento
innato) han sido seleccionados en distintos festivales. Y en lo literario con
anterioridad a este ‘Arrepentimientos, incisiones, pigmentos e
incógnitas’ ha escrito numerosos relatos, tres de ellos premiados y
varios más finalistas de certámenes literarios; ha participado así mismo en
varias antologías colectivas de relatos.
¿Cómo surgieron estos cinco relatos? ¿Fueron escogidos bajo una misma
temática o por el contrario aparecieron de uno en uno siguiendo un hilo
conductor?
Al proponerme el editor la posibilidad de publicar una compilación, seleccioné estos cinco por su coherencia. Los inspiran fuentes parecidas (la narrativa gótica, el relato fantástico surrealista, la técnica del narrador no fiable, la corriente del existencialismo…) y contienen temáticas semejantes (la identidad, lo insustancial de la vida, los problemas de comunicación…).
El título que da nombre a esta antología de relatos lo encontramos, en
parte, en el primer relato, ‘El último óleo sobre lienzo de M’; en el que
además, el narrador se dirige al lector, dándole la oportunidad en un momento
dado de seguir leyendo o dejar de leerlo; qué atrevido, ¿no? ¿A lo Rayuela de
Cortázar
Es un recurso que he visto en varios libros (recuerdo Middlesex,
de Jeffrey Eugenides, por ejemplo), pero dada la generación a la que
pertenezco, podría ser influencia de algo mucho más popular como la serie Luz
de luna, vete tú a saber. El primer relato de la compilación es el único en
el que intento acercarme al formato del superventas, a base de suspense,
retrato de los entresijos del poder y cierta recreación histórica con
personajes acaso reales de por medio; pero utilizo el recurso de dirigirme al
lector, inusual en ese formato, porque es una manera de darle frescura.
¿Las pasiones pueden convertirse en obsesiones? Lo comento por ese primer
relato ‘El último óleo sobre lienzo de M’.
El límite es poroso. En boca del narrador de ese relato, parece que en
algún momento haya llegado a distinguirlo, aunque él mismo dude. Además,
su problema es cómo posicionarse ante ese límite, visto desde fuera: ¿debe
admirar a su amigo por ser un apasionado, o despreciarlo por obseso? Si, dando
alas a la pasión de su amigo, él mismo puede beneficiarse, ¿está legitimado
para hacerlo?
En el relato “y= /a-x/“ leo: ‘Y es que no nos imaginamos los objetos de una
manera distinta a la habitual’. Hay elementos muy curiosos que aparecen en
ellos, desde una goma de borrar, a un colinabo, pasando por un diario o una
alfombrilla de ducha.
Esa observación, que es acertada, me sorprende. Ya lo hizo el prólogo de
Vicente Muñoz Puelles, que se fijaba en la presencia extraña de un objeto por
relato. Y así lo explicita la frase que has entresacado. No era consciente de
ese rasgo en común entre los cuentos. Y, sin embargo, cuadra bastante con los
toques de absurdismo y surrealismo que pululan por la compilación. Me encanta
que los lectores descubran cosas así.
Ya que lo mencionas, me gustaría que me hablaras del prólogo a cargo del
escritor Vicente Muñoz Puelles.
En su día leí El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías,
del autor, y me sentí muy identificado con su continuación de la narrativa
gótica, y muy contento de que eso ocurriera en Valencia. Lo comenté con un
conocido, que resultó ser amigo de Vicente Muñoz Puelles y me puso en contacto
con él. De eso hace diez años, y por entonces me limité a pedirle consejo para
publicar. Tiempo después, con la compilación en las manos, volví a llamarlo
para solicitarle que me la prologara y él, amablemente, accedió. El prólogo es
endiabladamente inteligente, puesto que descubre algunas claves ocultas de los
relatos, sin haber contado con la menor orientación.
Suelo dejar a los autores eso de buscar el nexo común a los relatos, me
aventuro a decir que para mí en ellos fluyen obsesiones, el sentido del bien y
del mal, la sublimación de deseos, cierto dolor artístico, la lucidez… ¿Estás
de acuerdo? ‘La lucidez viene a ráfagas’, dice el protagonista de “y= /a-x/“.
Todos esos temas están, y raramente discuto su interpretación. Trabajo la
estructura y tengo clara la articulación del discurso, pero lo que le queda a
los lectores, que varía de unos a otros, es lo que cuenta. Que uno de los
narradores diga ‘La lucidez viene a ráfagas’ tiene algo de guiño, puesto que
prácticamente revela al lector que debería creerse a pies juntillas lo que le
están contando.
No quiero dejar escapar el hecho de que los cinco relatos están contados en
voz protagonista, el lector se acerca a estas historias con ligereza, hasta que
la realidad se transforma.
Sí, porque esa voz permite que fluyan con naturalidad los temas que
mencionabas, como el de las obsesiones. Se puede relacionar con obras como El
corazón delator y Berenice, de Poe; Lolita, de
Nabokov; El asesino dentro de mí, de Thompson; o, si me apuras, El
regreso del señor de la noche, de Frank Miller.
En tres de los cinco relatos aparece destacado el arte pictórico y la
narración en forma de diario en dos de ellos, ¿hay una intención consciente más
allá de lo narrativo y estético? Como guiño en “Gracias a mí” leemos: ‘Todo es
legítimo en el arte’.
Los tres relatos sobre pintores están más centrados en la relación entre el
artista y el artesano; los dos relatos sobre diarios, en la metaliteratura. En
todos ellos hay ganas de ser original, enganchar y procurar evasión, a cambio
de pedir al lector que busque segundas lecturas. A veces hay toques perversos,
como cuando el narrador de “Gracias a mí” justifica ser un maltratador
equiparando el arte con las relaciones de pareja.
En ese mismo relato, en “Gracias a mí”, he destacado esta frase: Los gustos
son solo una deformación de los sentidos.
Al narrador de ese relato deberían darle una lección sobre educación
sentimental.
Otra frase que me ha gustado es la de que ‘no somos dueños de nuestro
destino, si acaso realquilados’, en ‘Y= x2’.
Claro, es el relato de una persona que se encuentra con que sus diarios
están siendo reescritos a ojos vista por una presencia desconocida. Me hace
gracia el concepto de ‘realquiler’, como si lo mismo que un día habitas tu
cuerpo, al siguiente lo pudiera habitar otro: basta con pagar el precio a quien
le haya puesto ahí.
A lo inicio de novela de Tolstoi, formulo una pregunta que he leído en el
relato ‘Y=x2’, ¿dos individuos frustrados son perfectamente
intercambiables?
Cada vez me cae peor ese narrador. Menudo prepotente. No me cambiaría por
él, por nada del mundo.
Aunque para frase que invita a reflexionar, en ese mismo relato, la de la
trampa de la vida que ‘te deja vivir unos años y luego de jode por todos lados’ (con
perdón).
Es muy malhablado, ese narrador. Sí, debe de ser una de las referencias al existencialismo más explícitas de la compilación.
Muchas gracias y mucha suerte, Ximo.
Por Ginés J. Vera.