domingo, 7 de febrero de 2021

UNA VIDA SUBTITULADA

 Artículo de MARTA SANZ sobre  el libro de Clara Obligado "Una casa lejos de casa. La escritura extranjera" publicado en Babelia-El País el 15 de enero de 2021, y que reproducimos aquí.


Clara Obligado

UNA VIDA SUBTITULADA


Clara Obligado reflexiona en ‘Una casa lejos de casa’ sobre su experiencia como escritora argentina exiliada en España


A partir de este precioso instante me autodesigno reseñista oficial de los territorios intermedios. Del no soy de aquí ni soy de allá. De lo mestizo, monstruoso, centauro, híbrido, hermafrodita, impuro y heterodoxo. De lo pequeño e instrumental. De lo traducido porque, como apunta Clara Obligado, la escritura es un modo de traducción. Si a esa idea le añadimos esa otra de que hablamos una misma lengua con la que a veces no nos entendemos, me autodesigno otra vez reseñista de los espacios interdigitales porque yo no escribo lecturas críticas ni de españolas vivas ni de españoles vivos. Así que, aunque Clara Obligado lleve cuatro décadas en España, no voy a considerarla una autora española: a ella esa cariñosa adopción le parecería un gesto de condescendencia. Tampoco voy a considerarla una autora argentina y muchísimo menos una autora latinoamericana, minimizada bajo el paraguas de un lugar homogeneizado a la fuerza, que son muchos lugares a la vez. En todos estos jardines se mete Una casa lejos de casa, que, desde su concepción genérica, parte de una fusión posterior a la fisión y al exilio político, desarraigo, distancia, la fantasía de la religación y el peso —no la volatilidad— de la no pertenencia. Obligado escribe una memoria autobiográfica que es memoria de la escritura y de una concepción de la lengua instalada en la extranjería: esa mirada extrañada sobre lo aparentemente innato es la marca que, tal vez, define el lenguaje literario. La escritura acoge y magnifica nuestras contradicciones.


Este libro, cotidiano y excepcional, traza una cartografía de la lectura: lecturas obedientes, lecturas mestizas, lecturas por prestigio, lecturas por placer que nos llevan a pensar en la complejidad de un proceso en el que libros y recuerdos se convierten en piel y órganos. Obligado evoca el ritmo de la escritura y lo que significa llevar un poema en el corazón, su capacidad para salir adelante, su huida de la dictadura, sus posiciones dentro del feminismo, su integración en España, la creación de los primeros “talleres” de escritura en este país, y todo ello cuaja en un concepto de literatura resistente. Hay reflexiones muy interesantes sobre cómo el fuera de la literatura tiene que ver con el dentro: tensionar la forma es renunciar al mercado. También se aborda la cuestión de la centralidad del castellano de España que supone una barrera para quienes escriben con el léxico, la sintaxis, la musicalidad de Argentina, Colombia, Honduras… Tendríamos que replantear hoy si esa centralidad no se ha desplazado analizando qué autores son los más traducidos en países de habla no hispana. Pero, más allá de esa cuestión política y literaria, cuando nos pensamos, pensamos en nuestra lengua y, cuando reflexionamos sobre nuestra lengua, nos estamos pensando. De esto nos habla Obligado con honestidad e inteligencia: “Solo puedo escribir en un castellano que me han prestado. La distancia que establece con respecto a mi castellano natal me resulta cómoda, esta suerte de traducción que me aleja, de alguna manera, de mis emociones, me ayuda a reflexionar. Es como si estuviera sumergida en una versión subtitulada”. Es eso. No se puede pensar ni escribir mejor.

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