lunes, 5 de octubre de 2015

NECO ENDARA EN VALENCIA

Intervención de José Antonio Ardila Acuña (Universidad de Panamá) en la presentación de PANAMÁ SPLIT, de Ernesto Endara, en la FNAC de Valencia el 22 de septiembre.

Hace seis años Ernesto Endara me invitó a participar de la mesa sobre Literatura Erótica en la V Feria Internacional del Libro en Panamá.
¿Se imaginan a este casto varón hablando sobre erotismo? ¿Yo, que soy un narrador de Ciencia Ficción en la cátedra de Economía Política de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá?

José Ardila durante su intervención 
Pues bien, es tal su poder de persuasión que después de una larga conversación y tres cafés tintos me convenció y me lancé sin paracaídas y los ojos cerrados  a ese torrente literario.
Las críticas no se hicieron esperar y al año siguiente eliminaron esa mesa de la Feria. No sé por qué.
En verdad, salí bien librado de las críticas y además, picado; por eso estoy hoy aquí para hablar del Amor y el Tiempo en los párrafos y páginas de Panamá Split que yo conozco como Pantalones Cortos y Pantalones Largos porque, al igual que Agustín Lara, Tito Rodríguez, Daniel Santos, Hugo del Carril, Pablo Milanés, Neco le canta al amor, le canta a la vida no importa cuál sea la situación; a la belleza.
A diferencia de los compositores y cantantes mencionados Endara cocina el Amor y lo hace no solamente al limón, o lo sirve crudo en su jugo –obviamente platos demasiado fuertes para los pudorosos–; sino también lo prepara en tiernas ensaladas y suaves postres, mousses de vainilla y chocolate y los siete sabores de macarons de manzana y frambuesa.
Para Neco, y estoy totalmente de acuerdo con él, el amor debe, tiene que ser así, pasar por todas las etapas, los sabores, y toda la escala de voltajes.
Al mejor estilo de Publio Ovidio Nasón (comúnmente llamado Ovidio) que en su obra Ars Amatoria y Remedia Amoris, conocida entre nosotros con el título de El arte de amar,  plasma al amor como algo que se persigue, que no debemos esperar a que llegue, sino que siempre hay que tratar de buscarlo, pretendiendo dar consejos sobre cómo conseguir a la pareja, como conseguir el amor en sí.
El amor es la esperanza del mundo.

En el Capítulo VII de Pantalones Cortos Ernesto Enrique Endara, con esa facilidad con que describe los sentimientos de amor subraya que el amor a primera vista es cuando un par de ojos recorre uno a uno el otro par de ojos y encuentra en cada pupila un saludo, una especie de bienvenida, como quien dice: las niñas y los niños de los ojos se enamoran.  
En Pantalones Largos, en el Capítulo XII de la Primera Parte, titulado Luli, lulinda, luliluli Neco alega que él ama con el estómago no con el corazón y que ésta no es una novela romántica. Tampoco es cuento. El corazón – el de él -, responde a los sustos, a la angustia y al cansancio… Pero cuando se trata de amor, qué va, su corazón se queda tan pasivo, tan indiferente que a veces le da miedo. Por otro lado, dice que su estómago es de lo más sensible y poético y que se revuelve conmovido al son de la pandereta de Lorca: “El cielo se les antoja una vitrina de espuelas”, o con el violoncello de Neruda: “Te recuerdo tal como eras en el último otoño, la boina gris y el corazón en calma”, o con “el solo de flauta en la terraza de la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento” de Octavio Paz. La decisión de tocar un dedo a la mujer admirada, de decir “te quiero” por vez primera, atraviesa con rayos laser su duodeno y abochorna con vientos glaciales su recipiente estomacal. Sin embargo, hay emociones mixtas en las que el cerebro y estómago cantan a dúo mejor que “Los Tabogans”.
…Aquí la experiencia del primer beso de amor:
Estoy en medio de una vorágine. ¿Qué más? Mi mano atrevida, sacrílega, la toma por la mejilla y la obliga a mirarme. Sin oposición Luli me da la cara, tiene los ojos cerrados. “¿Qué esperas, idiota?” Me grita el corazón. Acerco mi cara a la de Luli. Esto es y será siempre lo más arriesgado y delicioso en la relación con una mujer: intentar el primer beso.
Labios con labios. Ahora lo importante es no separarse. Oh, Luli, estás toda tú, aquí, en mi boca.
Casi nos ahogamos en nuestro primer beso. Nada de lengua ni de saliva, puro labios; eso sí, bien pegados. Nos separamos y nos volvimos a unir. ¡Qué hambre de boca ajena!
- Yo te quiero…¿y tú? En verdad, salí bien librado de las críticas y además, picado.
- Yo también te quiero.
¡Qué bella es la vida!
Este prolífico escritor panameño, cuentero, teatrero, novelero y ensayista nos presenta, siete capítulos antes, en ese juego constante con el tiempo, la diferencia entre ese sentimiento intenso hacia otra persona, con el deseo de que nos alegre y nos de energía para convivir y comunicarnos, lo que podríamos llamar “amor idealizado”, con el material, con el amor sexual. En el apartado que tituló La mitigante masturbación nos confiesa que “una vez probado el sexo, que lejos de ser algo prohibido debe considerarse el mejor fruto de la naturaleza, se agiganta su legítimo apetito. Podarlo en el tiempo de la vendimia es peligroso para el cuerpo y para el alma.
A los trece años era un experto masturbándome. Simona era un recuerdo tan valioso, tan guardado, que estuvo a punto de convertirse en leyenda. ¿Habría existido realmente? ¿Dónde está ese yo y ese tiempo tan feliz? Por culpa de Simona algunas de mis masturbaciones se convertían en soliloquio de remembranzas.
“¿Te acuerdas?” Le preguntaba a mi pene bravío y sin memoria.
Todo mi organismo tenía un hambre atroz de sexo. Pero las mujeres parecían encontrarse a años luz de mi cuerpo. Confundí la desdicha del solitario con la cabanga del abrazo.
Por suerte tenía a mi disposición el fragoroso pero mitigante recurso de…”
Como en casi todas sus obras, Neco juega con el tiempo: el convencional, de relojes y calendario; así como con el psicológico, el de las emociones, recuerdos, anhelos, temores y alegrías. Nos habla de la verdad de la vida.
En lo que al tiempo se refiere, Neco sostiene que es la cuarta dimensión y que es tan absoluto como el pensamiento, que uno es capaz de contener al otro y, que el otro, no puede existir independientemente del uno.
El tiempo, que algunas veces es redondo, otras cuadrado, otras rectilíneo, también conoce la espiral, por eso es que, a veces, la historia parece repetirse.

Neco Endara abraza a J, Ardila tras su intervención
Tengo la impresión de que el diecisiete veces galardonado con el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en cuatro géneros y los reconocidos cantautores Pablo Milanés y Rubén Blades comparten la misma exaltación por el tiempo.
Para Pablo “el tiempo, el implacable, el que pasó,/siempre una huella triste nos dejó…/Aferrarse a las cosas detenidas/ es ausentarse un poco de la vida./ La vida que es tan corta al parecer/ cuando se han hecho cosas sin querer./ Al hacer un recuerdo ya nos vamos/ y la vida pasó sin darnos cuenta./ Cada paso anterior deja una huella/ que lejos de borrarse se incorpora/ a tu saco tan lleno de recuerdos/ que cuando menos se imagina aflora.
Y para Rubén: La vida es una huella/ de triunfos y fracasos/ formada por pedazos/ de amor y de dolor/ el tiempo es un rosario/ sus cuentas los recuerdos/ jardín del sentimiento/ de lo que se vivió.
Según Neco el tiempo necesita límites para existir y la luz del Sol es el límite de nuestro tiempo, cuando se apague, desaparecerá nuestra historia.
El tiempo de la novela es más real que el de la vida porque, una vez impresa, no termina, empieza cada vez que alguien abre el libro.

Mi amigancho mide la vida con el reloj del corazón y como a todos se le acabará el tiempo cuando detenga su tic-tac. Sin embargo, conserva la esperanza de que este libro seguirá palpitando un poquito más.
Gracias Machete por enseñarme todas esas cosas y muchas otras que no he mencionado aquí sobre el amor, que las pondré en práctica cuando sea grande.


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