domingo, 4 de febrero de 2024

PRÓLOGO DE ENRIQUE VILA-MATAS PARA "MUNDO ANCLADO" DE ALEJANDRO ESPINOSA FUENTES

 LO DESATENDIDO



Estaba escribiendo para mi nuevo libro sobre lo minúsculo, adjetivo que remite al mismo Robert Walser, mi héroe, mi Sandokán (como lo llamó Christopher Domínguez Michael), el paseante que iluminaba lo pequeño, lo desatendido, y que dedicó una prosa bellísima a un humilde botón.

Lo desatendido. He aquí el concepto que me esperaba camuflado en la frase que acababa de escribir para mi novela. De pronto, hará unos momentos, lo desatendido lo he conectado con Mundo anclado
(editorial Contrabando) la novela del mexicano  Alejandro Espinosa Fuentes que acabé de leer ayer y me impresionó, no solo por los 32 años que tiene el autor (que eso pronto ya será una anécdota), sino por la seriedad y grandeza, rigurosidad de su proyecto: su viaje al centro de la literatura.

Para un viaje de este tipo en busca del centro de la literatura, el convulso país de México, tan maravilloso como horrible, viene siendo desde hace décadas un país ideal. Porque el centro de la compleja novela de Espinosa Fuentes, así como el del gran laberinto de la soledad que es este país, pasa, entre otros, por dos grandes, grandísimos autores, Juan Rulfo y Daniel Sada, y tiene un nombre: la muerte. Ese es el centro, como no podría ser de otra forma.

Aunque es obvio que en Mundo anclado la estructura del Roberto Bolaño de Los detectives salvajes parece estar muy presente, yo, a medida que avanzaba por el fascinante y único, inigualable Diccionario de piedras de Pedro Vallejo (que es uno de los personajes más memorables del libro) me iba sintiendo comunicado con el buen amigo, con el humilde y muy inteligente amigo, el imponente Daniel Sada de Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, la novela que mejor ha abordado el carácter de indecible de la profunda verdad que muestra y esconde a la vez, en su mismo centro, México.

¿Qué se puede decir de lo indecible? Que lo indecible define México de un solo pincelazo y también define lo que podría llegarse a decir de la novela de Espinosa Fuentes, sino fuera porque eso la dejaría más desatendida de lo que por ahora ha estado y que estas líneas tratan de reparar. Porque he sabido que tanto la noción general de México, como lo indecible que se encierra en Mundo anclado, tienen algo de correlato expresivo de un “excedente de sentido” que, al establecer nuevos límites dentro de un universo discursivo, convierte los límites en umbrales de nuevas realidades. Por ahí va Mundo anclado, por las nuevas realidades de piedra volcánica de la literatura.

Su autor –salta a la vista– es lo que se entiende por un narrador nato. He podido saber por el propio Espinosa Fuentes, que Villa-Coapa es un barrio de la ciudad de México “sin el menor encanto literario”, la esquina este de Coyoacán. Ahí el narrador, que habría sido narrador en cualquier lugar donde hubiera nacido, vivió respirando aire de Coapa veinticinco años, hasta que decidió buscar la línea del horizonte, a la que otros llaman Futuro.
Alejandro Espinosa Fuentes

A veces imagino que antes de largarse de Coapa, descubrió, sentado en una banca frente a la iglesia de la Conchita, en qué consistía una impostura. Tras haber leído su Mundo anclado, doy por sentado (en la banca de la Conchita; perdón, todos sabemos que a Dios le gustan las bromas) que ya sabe sobradamente que el tema de la identidad imposible, hayas o no nacido en Coapa, es por decirlo así, una de las grandes secuencias de la literatura contemporánea y que es un motivo literario usual, aunque no todo el mundo lo utiliza como Espinosa Fuentes que convierte ese motivo en el motivo mismo de lo que narra Mundo anclado, porque a mí me parece que ahí se cuenta, a través de unas cuantas almas perdidas –la de Pedro Vallejo mucho más orientada– un viaje hasta el fin del mundo para preguntarse por el  motivo mismo de la literatura, el lugar del escritor en el seno del curso literario.

A veces también imagino que antes de largarse (esto me recuerda una frase de Joyce que inventé como epígrafe de Fuera de aquí: “Pase lo que pase, lo correcto es largarse”), oyó en el fin del mundo, como escuchara su personaje Mélida Areúsa, el eco ignorado de la voz de su padre pidiéndole que le prestara atención, que atendiera a lo que, desde el olvido, quería decirle y que era bien sencillo, aunque no llegó a expresarlo, tal vez quiso dar la palabra y el futuro al autor de Mundo anclado.


Enrique Vila-Matas

Barcelona, enero 2024

[Mundo anclado, en su edición mexicana, llevará de prólogo este artículo que ha sido publicado el 30/01/24 en la revista NEXOS mexicana.
De haber una segunda edición en España, en la editorial Contrabando, es probable que este texto se publicará allí como prólogo.]

Texto publicado en la web de Vila-Matas: 
http://enriquevilamatas.com/textos/textlodesatendido.html










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