lunes, 18 de julio de 2016

OSCUROS Y MARAVILLOSOS

Artículo publicado por J. Albacete en EL OBSERVATORIO de la revista Foros XXI (Julio 2016)

J. Albacete

Con esos términos define Sergio Chejfec los libros de Carlos Ríos, el prodigioso escritor argentino que hace por fin su entrada en España de la mano de Contrabando

 A veces no resulta fácil explicar por qué determinados escritores esenciales de nuestra lengua tardan tanto tiempo en entrar en el mercado español. La verdadera respuesta debe estar en el viento, como diría Bob Dylan, porque ateniéndonos a criterios puramente terrenales no cabe sino preguntarse si la industria editorial española se ha hecho ya tan "conservadora" que  no está dispuesta a jugarse el tipo por ningún escritor que no figure de antemano en el casillero de "suficientemente comercial". 

El caso de Carlos Ríos es como mínimo sorprendente porque sus libros despiertan verdadero interés en Argentina (¿quizá el mercado literario más avanzado de nuestra lengua?) desde hace muchos años, mientras sigue siendo un auténtico desconocido en España. Quizá el motivo para ello no sea otro que el que se deriva de  esas dos palabras elegidas por Sergio Chejfec para definir los libros de Carlos Ríos: ese "oscuros y maravillosos", que despiertan sin duda una atracción salvaje sobre el lector menos adocenado, mientras que siembran el pánico sobre aquellos que exigen a la lectura simplicidad, comprensión y evidencia, que el texto no les rete, ni les interrogue, ni les conduzca a territorios ignotos, y sobre todo que no les obligue a pensar.

Por todo ello no cabe sino saludar la iniciativa de Ediciones Contrabando de comenzar a introducir en el mercado español a un autor que, sin duda, está llamado a ser un referente literario en muy poco tiempo.
El libro publicado incluye dos textos muy diferentes, pero que acaban configurando un interesantísimo díptico que ilustra bien el peculiar sistema narrativo de Carlos Ríos, escritor "de la Costa", nacido en Santa Teresita (Buenos Aires, Argentina) en 1971, autor de numerosos libros de poesía y también de novelas y relatos, que residió varios años en México antes de volver a su país, donde, entre otras cosas, integra el consejo editor de la publicación digital BazarAmericano.com y coordina talleres de literatura en cárceles bonaerenses.

El primer ingrediente del libro es Manigua (2009), novela de apenas 60 páginas, y verdadero hit del autor. Como afirmaba el gran crítico Oliveiro Coelho, en Los Inkorruptibles, "Cada tanto aparecen novelas que rompen silenciosamente con algunas convenciones narrativas, sin subrayar su propio experimentalismo ni escenificarlo en un ámbito que no sea el esctrictamente literario. Manigua tiene la cualidad extraña de ciertos relatos cuya singularidad radica en la naturaleza -o en la ausencia de artificio- con la que presentan el acto de narrar".
Situada en un tiempo impreciso (un presente ambiguo o un futuro indefinible) y en un lugar indeterminado (África es el escenario más plausible), Manigua relata un viaje iniciático destinado a cumplir un inexorable mandato paterno: Apolon debe conseguir una vaca para sacrificarla en el nacimiento de su enésimo hermano o morirá de sed atado a un palo. En un plano paralelo, la novela se hace eco del diálogo de Apolon con su hermano, ya gravemente enfermo y a las puertas de la muerte, sobre las vicisitudes de aquel viaje increíble, que discurre entre pavorosas guerras de clanes, epidemias de peste, hambrunas y saqueos, atravesando desiertos o en una ciudad de plástico y cartón.
"Con su concentrado lirismo y su brevedad -dice Gabriela Cabezón en la Revista Ñ-   Manigua se anima a mucho: desarrolla una hipótesis poética del apocalipsis, de los últimos desastres, de la desintegración de la cultura en un mundo posatómico, analfabeto, que ha vuelto a la oralidad y a los mitos propios de la prehistoria, como si la cultura se cerrara volviendo a los orígenes. Y genera imágenes de desoladora belleza, en las que conviven basurales con mandatos tribales y tecnología de punta con guerra de clanes".
La novela discurre a la vez sobre un suelo mítico y una esfera de absoluta cotidianidad, remite a viejos imperativos tribales y a modernas migraciones cataclísmicas, integra usos y costumbres ancestrales con la aparición de móviles o artefactos hospitalarios actuales. Disuelve e integra el tiempo, formando un espacio narrativo único en que pasado, presente y futuro diluyen sus excluyentes fronteras. Y comprime asimismo el espacio a un territorio tan ignoto como reconocible.
Escrita de forma fragmentaria, como si se tratase de un diario poético, Manigua como reflexión sobre la disolución, sobre la aniquilación, "nos brinda un lugar desde donde pensar el mundo".

Un extenso y extraño relato del año 2012 (El artista sanitario) completa este extraordinario díptico con el que Carlos Ríos hace su irrupción literaria en España, de la mano de Ediciones Contrabando.