Publicado en Las Provincias (Culturas) el sábado 28 de abril de 2018
J. V. Peiró |
NOVELA DE CANALLAS
J. V. Peiró. Catedrático y crítico literario
Rafael Soler
(Valencia, 1947) fue un escritor emergente en el primer lustro de los años
ochenta, con las novelas ‘El grito' o 'El corazón del lobo’. Pero no publicó durante
más de veinte años, desde 1985, hasta su reaparición en 2009 con el poemario
'Maneras de volver" al que siguieron tres más.
‘El último gin-tonic’ es su regreso a la novela. Cuenta con
realismo algo sucio la historia de tres generaciones de la familia Casares
durante cuatro días. A medida que discurren los episodios se van completando
las historias de Lucas, el padre, y sus vástagos, Mateo, víctima de un
accidente en el que murieron su esposa y su hijo, el jugador Marcos y Juan, que
vive entre dos mujeres. En este juego nominal bíblico, hábil traslación
metafórica, incluso el abuelo se llama Moisés, republicano patriarca, el
personaje femenino más importante es María, ex monja, y el título de la novela
y su episodio correspondiente aluden a la última cena.
Rafael Soler. Presentación del libro en Madrid |
La prosa potente de esta novela de canallas, cínicos
infelices o felices a su manera, construye situaciones duras pero hilarantes y
de fino humor negro. La estructura episódica en perspectiva narra poco a poco
en paralelo y de forma fragmentaria completando el pasado y el presente,
incluso usando las formas del correo electrónico y el guión audiovisual.
Estamos ante un universo literario curtido a golpes en un
submundo donde domina el dinero, el alcohol y el sexo.
Pero no es una historia delictiva, sino de pasiones, culpas
y traiciones sin llegar a lo trágico. Existen situaciones dramáticas pero el
tratamiento de sus conflictos es desenfadado, y hasta algo tierno. La vida de
estos personajes en continuo movimiento es tan trivial y carente de ética e
ideales como la sociedad actual.
Como dijo Luis Landero en la presentación de Madrid, Rafael
Soler es un escritor con soberanía y con una forma narrativa transparente. Lo
que en un momento es claro, en otro es oscuro. Con esta novela inteligente, de
diálogos firmes. Demuestra ser un
narrador nato, curtido y sagaz, que implica al lector a seguir a esta saga
familiar construida como un collage contrapuntístico para la imaginación.
Fernando Delgado |
VIDAS DE
BORRACHOS
Fernando
Delgado. Escritor y periodista
Ingeniero, sociólogo y
profesor universitario, Rafael Soler tuvo una fulgurante trayectoria como
escritor en la década de los 80. Publicó numerosos poemarios y media docena de
narraciones que fueron saludadas por la crítica y reconocidas con diversos
premios literarios.
Más de tres décadas después regresa con una ácida novela que ha construido sobre unos diálogos tan hábiles como populares.
Más de tres décadas después regresa con una ácida novela que ha construido sobre unos diálogos tan hábiles como populares.
Rafael Soler (Valencia 1947) ha escrito una novela hablada y
borracha. Y como esta novela se nutre de una investigación exhaustiva, con un
trabajo de campo que ha aprovechado la tradición oral, el resultado no es
extraño en cuanto a la adecuación de la voz, de ese lenguaje coloquial con el
que el escritor pone en pie a sus personajes. Pero cualquiera que haya
trabajado la simple trascripción de la conversación espontánea al papel, al
texto, sabe de la dificultad que presenta ese lenguaje, aparentemente sencillo
-la difícil sencillez, de la que habla Jorge Guillén- a la hora de hacerse
verosímil, natural. Y a la vez, intenso, pero desdramatizado, exento de los
énfasis que lo harían pretencioso y acaso costumbrista. Consigue así Soler
una prosa limpia, directa, que otorga amenidad a la lectura, que hace creíbles
a los personajes en los momentos más disparatados de su expresión, pero que no
elude la fuerza de una voz interior, a veces la de la irrealidad y el sueño;
otras, la de la cruda realidad, como si fueran materia de reportaje. Funciona
en esta novela un monólogo lleno de inflexiones en el que se cruzan los diálogos
interiores, los viajes del sueño a la realidad, los juegos de la memoria o del tiempo,
los tiempos. El narrador se entrega a los personajes
y escucha sus voces interiores y las transmite.
Pero sin esperar contestación en algunos momentos. Y si el autor revela
una enorme eficacia narrativa en el monólogo, no menos hábil para el diálogo
se muestra en todos los casos,
sin renunciar a la vulgaridad ni por supuesto a la ironía. Pero cuenta y cuenta
con detalles minuciosos, con inesperados giros hacia la traición y a los
brindis de despedida. Consigue así Rafael Soler la descripción de los ambientes,
la creación de atmósferas, con toda naturalidad.
Llega con economía verbal, pero muy expresiva, a la descripción de
la emoción variada. Y además, tratándose del espacio narrativo, introduce
frases hechas, expresiones del habla popular
que por el lenguaje logra redondear los personajes, vulgarizarlos incluso. Todo
eso, dentro del mayor desenfado, como quien cuenta por contar.
Es una novela que cuenta una novela o, para ser más preciso, varias
novelas. El humor penetra en la descripción y los personajes están traspasados
por sentimientos comunes o singulares. Le parece a uno estar oyendo a la gente que habla
en la obra de Manuel Puig, tanto en
Boquitas pintadas como, en especial, en El beso la mujer araña; estar oyendo al
preso que cuenta a
otro preso películas. Ni una concesión a la retórica, ni una debilidad con el
artificio, pero con todos los trucos de la naturalidad. Y hasta con su
exageración y su desvergüenza.
Este es un
libro muy contemporáneo y hasta el lenguaje de la calle, nuestro lenguaje en su
evolución, es objeto de chanza. Quizá no a modo de crítica, que siendo tan
crítico él como lo es en este relato no va el autor de eso, sino como un modo
de hacer reparar al lector en lo absurdo. En cualquier caso, la actualidad que
se cuenta en esta novela no le hará perder vigencia en el tiempo y, por el
contrario quedará como un grupo de atractivas pinceladas que contribuyan en
el tiempo a la comprensión del cuadro en el que habremos quedado pintados.
Rafael Soler |
Así, pues, hay que celebrar el regreso a las librerías de un
narrador como el autor de El corazón del
lobo, aquella novela de los ochenta, reeditada más tarde, y que tanto éxito
obtuvo. Rafael Soler sabrá la razón de su silencio novelístico de un tiempo
acá, pero esperemos que este nuevo libro no sea sólo una breve aparición en
escena. Porque escoger imágenes de nuestro tiempo, describirlas con precisión
de palabra -ajeno a toda retórica, con un lenguaje exacto y eficaz- y añadirles
ironía, a veces burla, le ha permitido a Soler retratar nuestra sociedad en
algunos fragmentos, sin grandes pretensiones y con acierto.
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