lunes, 28 de diciembre de 2015

"EL HUMOR ES UNA DEFENSA", CONFIESA ENDARA EN ESPAÑA

Artículo de Pedro Crenes Castro, escritor panameño afincado en Madrid y colaborador en diversos medios y revistas literarias.. Publicado el 27 de septiembre de 2015 en el periódico Panamá América.



"Casa tomada", sería el nombre perfecto para lo que ocurrió el pasado jueves en Casa de América en Madrid, donde Ernesto Endara (Panamá, 1932), presentó su "Panamá split", obra que reúne sus "Pantalones cortos" y "Pantalones largos" en un solo volumen y que la editorial española "Contrabando" acaba de publicar. Literalmente, la Casa madrileña fue tomada por lectores y amigos del escritor panameño que desembarcó con el garbo y el verbo que le caracteriza.
Y este tono de crónica no hace más que enmarcar lo que es capaz de hacer Ernesto Endara, qué importante es llamarse así, con un puñado de su memoria: levantar un edificio de emociones que rompen con lo local para hacerse universales. Ernesto Endara a la pregunta sobre el humor en su obra como estrategia narrativa se detiene, echa un trago de agua para empujar la emoción. Se le hizo un nudo en la garganta, a él, tan aguerrido y viril, se le treparon hasta los ojos unas lágrimas que encierran una verdad: "el humor es una defensa", dijo, "hay pasajes muy tristes en esta obra".
Hay mucho que aprender de Ernesto, qué importante ese nombre. Por ejemplo, su vicio de leer. El panameño escribe porque lee mucho, como debe ser, dándoles una lección a los que por escribir sacrifican hasta la lectura. Más allá, otro vicio, el de la amistad. Ernesto Endara miraba a la audiencia y allí, en el salón Simón Bolívar, lleno hasta el fondo, le saltaban los amigos y él les hacía señas, contento de tenerlos cerca. En medio de una anécdota sobre un cuento suyo muy polémico en su día, y del que no se quería revelar el final, una voz le interpela: "cuenta el final de ese cuento, yo me lo sé". Era, ni más ni menos que Julio Zachrisson, "mi pasiero", me dijo luego Neco, y que nutre también las páginas de sus recuerdos
Ernesto Endara pone en pie un edificio, como dije, que haremos bien en visitar. Construye un escenario que parece mágico, un Panamá ardiente, digno, de billares propicios para la lectura, de colegios cerca del mar, de madres luchadoras, de amigos para siempre, un Panamá que no es cuento, que fue tan brillante que parece mentira y no lo es. "Amo mi ciudad", decía subrayando con un profundo amor sus palabras. Ante la desidia y el apego a otras urbes, "Panamá split" es un canto a la construcción de una memoria para todos los que nos queremos olvidar y una seducción de tinta y papel para los que quieren descubrir un Panamá espléndido.
El acto finalizó, como no podía ser de otra manera con vino y conversa. Ernesto estaba radiante, firmó ejemplares, habló con unos y con otros, le hicieron fotos. Disfruté viendo ese derroche de buen hacer, de panameñidad sin patrioterismos, de letras que conquistan esta tierra donde poco a poco nos vamos haciendo un espacio. El huracán "Neco Endara" no defraudó, hizo las delicias de todos y todos disfrutamos y recordamos a un tiempo, y qué cerquita me quedó Panamá por unos instantes, en la voz y el cariño de este caballero de las letras, de todas, de las de aquí y de las de allá.
Durante la Feria del Libro, Daniel Mordzinski, ese ser humano extraordinario y con unos ojos que ven y captan lo que los demás no podemos, expuso una foto de Ernesto Endara en la que se le ve hacer "sapitos" con piedrecitas sobre el mar. Al verla me emocioné al ver al niño que habita al hombre disfrutar en uno de los escenarios de la infancia, me emocionó como Daniel fue capaz de captar para siempre la escancia de una vida, su contenido. Veo a Perusín jugando en una de sus queridas playas y me aparto las lágrimas para seguir contemplando al niño, al hombre, al escritor que se ríe y decora las heridas con amistad, con amor, con letras. Qué importante es llamarse Ernesto, Ernesto Endara y poder serlo y poder compartirlo.