Reseña del poemario CAMALEÓN (Ediciones Contrabando, 2023)
de Mónica Alía, escrita por Eva Chinchilla y publicada en la revista de poesía Nayagua nº 37 (mayo 2024).
En
este poemario no aparece el pronombre «yo»; así que no existe
ambigüedad entre un sujeto lírico ficticio que enuncie y que pueda
ser confundido con el no ficticio de la autora. Palabra poética
alejada pues de algún modo de ciertas cuestiones referidas a la
convención de ficcionalidad; pero no me queda tan claro si tan
alejada de las de identidad. Difícil no verse mediada por aquella
carta del poeta John Keats a Richard Woodhouse en 1818, donde aparece
su conocida mención del poeta camaleón («camilion poet»):
«Un poeta es la menos poética de las cosas existentes: porque no
tiene Identidad […] es constantemente forma y materia de otro
cuerpo»; algo que le permite deleitarse –sigue Keats– en «lo
horrible y lo hermoso, noble o vil, rico o pobre, mezquino o elevado…
Lo que choca al virtuoso filósofo, encanta al poeta camaleón». Si
bien Mónica Alía no lo cita ni menciona expresamente, dejo a juicio
de cada lectura y lector/a si resulta pertinente dejar de hacerlo
aquí.
Algunos
poemas de Camaleón
se
centran en la extirpación. Corte, tajo,
como
recalca el poema «Libra de carne». Y aún así no hay hemorragia
verbal, todo parece contenido; sí mucho trabajo de forma, cual si la
sala quirúrgica contuviera eso que no falta en una de ensayo o
danza, un enorme
espejo.
A menudo así funciona la doble página, y de algún modo como una
balanza,
título de un destacable poema central.
Podríamos
calificar su poesía de verbórea, no se desliga de lo corpóreo,
nos
lo va mostrando y también algo vérbica, que rima con impúdica;
roza
lo
artaudiano, pero también parece nutrirse de lo aportado por lecturas
del
feminismo;
y es que en la necesidad de abordar, nombrar y dar cuerpo y
espacio
a
nuestra
rabia,
hay
unan
línea
de
contenido
–no
formal–
por
la
que
me
parece
pertinente
hacer
genealogía
–y
genialogía–
con
el
comienzo
de
«La
fenomenología
de
la
ira»
de
Adrienne
Rich,
en
la
traducción
de
Patricia
Gonzalo
de
Jesús
para
Sexto Piso:
La libertad de la loca de remate / para embadurnar y jugar con su locura, / escribir con sus dedos untados en ella / por toda la habitación / lo cual no es, por supuesto, la libertad / que tienes, caminando por Broadway, / para parar y volverte o continuar / 10 bloques; 20 bloques pero parece envidiable quizás / para la que corre peligro acurrucada en la placenta de lo real / que debía alimentarla y que la está estrangulando
La estructura del libro se va volviendo más orgánica y matérica de lo previsto; lo refuerza alguna apuesta que es preferible no desvelar, dentro de esta cuidada edición, así como un original y pertinente «Índice» final, que como un móvil de tres hilos parece querer dar pistas o cuenta, a posteriori, de una pensada y dinámica estructura.
En
uno
de los
movimientos
que
la
sostienen
y
más
me
han
interesado,
el
camaleón, personificado y corporeizado por lo que unx imagina desde
lo que
de él se dice, va cobrando relieve hasta que el libro, seccionado y
diseccionado,
lo
devuelve a un plano de dos dimensiones.
Mónica Alía |
En
Camaleón,
su primer libro en solitario, el cambio no solo participa del
camuflaje o la adaptación al medio: supone generación, hacer nacer
lo nuevo; la espuma marina estaba mezclada con barro y sangre, parece
decirnos Alía, y la gestación de nuevos mitos ya no puede olvidar
eso en nuestra contemporaneidad, menos aún en poesía. ¿Desde una
nueva inseminación lingüística? O desde un poemario in
vitro.
EVA CHINCHILLA