miércoles, 21 de octubre de 2015

JAVIER NAVARRO: "ESCRIBIR ES UN ACTO INQUIETANTE"

Entrevista realizada por Ginés J. Vera y publicada en el blog "Libros en la maleta" el lunes 19 de octubre de 2015


Tuve la suerte de poder conocer a Javier Navarro en uno de los encuentros literarios en Valencia, organizado por la LAB, en Ruzafa. Quienes me conocen ya saben de mi fascinación por las narraciones breves y no pude resistirme primero a leer su ‘Tableaux Vivants’ (Ediciones Contrabando, 2015) y a proponerle una entrevista más tarde. El libro me sorprendió gratamente, he aquí la entrevista, agradecido por partida doble a Javier Navarro y, cómo no, al editor Manuel Turégano.



¿Cuál fue el origen de estos diez relatos, fueron escritos ex profeso para este libro o tuvieron un recorrido previo, se han avenido a este proyecto desde otros púlpitos? 

Los relatos tuvieron un recorrido previo y los seleccioné después para esta antología, donde, como decía antes, hay muchos hilos conductores. Si de algo estoy contento con este volumen es, precisamente, la variedad de registros que están presentes en los relatos. El común denominador es quizá la inquietud, la perturbación, el elemento fantástico o diferente, no familiar, que se introduce en lo cotidiano. Pero a partir de ahí he tratado de que las aproximaciones y los enfoques fueran diferentes, también el tema, la extensión, etc., porque cada historia merecía un tratamiento distinto. 

Al ver las extensiones de los relatos de ‘Tableaux Vivants’ me llama la atención dos, ‘La habitación verde’ y ‘Un lugar adecuado’ más largos que el resto.

“La habitación verde” bebe tal vez más de la tradición del relato fantástico clásico. “Un lugar adecuado” es un juego quizás más complejo en torno al recuerdo y el engaño de la nostalgia, con un aire onírico y surrealista que, he de confesarlo, me divertía.

Hay un estilo cuidado especialmente en el lenguaje, en la forma, en las frases cortas, certeras,

Sí, eso intento. El estilo lo es todo (o casi todo) en literatura, incluso cuando se busca  premeditadamente su ausencia. Me preocupa en especial la concisión, la precisión en la búsqueda de la palabra exacta (el mot juste), que es (o debe ser) la tarea principal del escritor, con podas sucesivas que eliminen lo superfluo. Intento evitar una cierta autocomplacencia en la escritura, el dejarse llevar en ese sentido.

Y en cuanto al enfoque, veo una apuesta fuerte por los narradores protagonistas…

La apuesta por el narrador protagonista creo que es una herencia de la tradición de la literatura fantástica, desde el siglo XIX (Hoffmann, Poe, Maupassant, las ghost stories, etc) y hasta Borges y Cortázar. La incertidumbre, la inquietud, la extrañeza en lo cotidiano, se suelen instalar más fácilmente en la mente de los protagonistas, a la vez que su realidad cotidiana se vuelve menos familiar y, poco a poco, se resquebraja. 

Hablaba antes del tono de estos diez relatos, al menos uno se me antoja un poco díscolo, me refiero a ‘El mejor despertar’, ¿coincidimos en ello?

Otro de los grandes temas -quizás “el tema”-, de estos relatos, es la muerte, que está presente en todas las historias. Pero pretendía también una aproximación humorística, irreverente, a ella. El fantástico tiene muchos palos y el humor macabro es uno de ellos. Este relato pretendía ser un homenaje a quienes lo han cultivado con mayor acierto, como es el caso, en mi opinión, de Ambrose Bierce, entre otros.

Los secretos también están muy presentes en estas historias, secretos y un elemento perturbador -que observa y calla- deslizado para que anide en la conciencia del lector.

En estos relatos está presente la memoria, que es un tema que me obsesiona, lo cual no deja de dar pistas sobre mi otra ocupación (y profesión), la de historiador. Sin memoria no hay identidad. Y en la memoria, en el recuerdo, anida siempre un secreto, que tiene casi un carácter fundacional en nuestra identidad.

Hay varios elementos que he querido ver, y digo ver con doble sentido; aprecio una introversión, cierto voyerismo casi como si se le presentara una obra de teatro a un lector espectador

 Claro. Por eso creo que la idea del tableau vivant (actividad efectivamente voyeur por excelencia, y más allá de que sea el título del último de los relatos) está de alguna manera presente en todos ellos. Casi todos los protagonistas experimentan una contemplación, una cierta visión, que acaba por fascinarles  y que, un poco a la manera de Hoffmann, revela también su propio abismo, su fragilidad interna. 

Lo cual me remite a la imagen de la portada, este ‘Fading Away’, de Henry Peach Robinson ¿la eligió a medias con la editorial?, ¿qué le motivó el escogerla para este ‘Tableaux Vivants’?

No. La escogí yo. Siempre me han fascinado los Tableaux Vivants como práctica y expresión cultural (ya perdida), muy de moda entre finales del siglo XIX y principios del XX, y a medias entre el teatro, la pintura y la recién estrenada (por entonces) fotografía. Precisamente Henry Peach Robinson, un fotógrafo victoriano pictorialista y autor de esta “Fading away” (1858), cuidaba al detalle sus montajes, que tenían mucho de teatral y de pinturas vivas, con personas posando como en auténticos cuadros. Esta fotografía suya en concreto siempre me ha fascinado, por la luz, el color, la atmósfera que evoca y el juego entre los personajes alrededor de la protagonista, recreando un tema romántico por excelencia: la muerte de la joven tísica. 

El arte de la escritura también palpita en al menos dos relatos, en la protagonista de ‘Intruso’ y en los de ‘La habitación verde’. ¿Es en cierto modo un recurso apetecible para todo autor que gesta historias? 

Por supuesto. Escribir es un acto inquietante. Que me perturba. ¿Cómo no iba a estar presente en estos relatos?

Muchas gracias y mucha suerte, Javier
Por Ginés J. Vera

lunes, 5 de octubre de 2015

NECO ENDARA EN VALENCIA

Intervención de José Antonio Ardila Acuña (Universidad de Panamá) en la presentación de PANAMÁ SPLIT, de Ernesto Endara, en la FNAC de Valencia el 22 de septiembre.

Hace seis años Ernesto Endara me invitó a participar de la mesa sobre Literatura Erótica en la V Feria Internacional del Libro en Panamá.
¿Se imaginan a este casto varón hablando sobre erotismo? ¿Yo, que soy un narrador de Ciencia Ficción en la cátedra de Economía Política de la Facultad de Economía de la Universidad de Panamá?

José Ardila durante su intervención 
Pues bien, es tal su poder de persuasión que después de una larga conversación y tres cafés tintos me convenció y me lancé sin paracaídas y los ojos cerrados  a ese torrente literario.
Las críticas no se hicieron esperar y al año siguiente eliminaron esa mesa de la Feria. No sé por qué.
En verdad, salí bien librado de las críticas y además, picado; por eso estoy hoy aquí para hablar del Amor y el Tiempo en los párrafos y páginas de Panamá Split que yo conozco como Pantalones Cortos y Pantalones Largos porque, al igual que Agustín Lara, Tito Rodríguez, Daniel Santos, Hugo del Carril, Pablo Milanés, Neco le canta al amor, le canta a la vida no importa cuál sea la situación; a la belleza.
A diferencia de los compositores y cantantes mencionados Endara cocina el Amor y lo hace no solamente al limón, o lo sirve crudo en su jugo –obviamente platos demasiado fuertes para los pudorosos–; sino también lo prepara en tiernas ensaladas y suaves postres, mousses de vainilla y chocolate y los siete sabores de macarons de manzana y frambuesa.
Para Neco, y estoy totalmente de acuerdo con él, el amor debe, tiene que ser así, pasar por todas las etapas, los sabores, y toda la escala de voltajes.
Al mejor estilo de Publio Ovidio Nasón (comúnmente llamado Ovidio) que en su obra Ars Amatoria y Remedia Amoris, conocida entre nosotros con el título de El arte de amar,  plasma al amor como algo que se persigue, que no debemos esperar a que llegue, sino que siempre hay que tratar de buscarlo, pretendiendo dar consejos sobre cómo conseguir a la pareja, como conseguir el amor en sí.
El amor es la esperanza del mundo.

En el Capítulo VII de Pantalones Cortos Ernesto Enrique Endara, con esa facilidad con que describe los sentimientos de amor subraya que el amor a primera vista es cuando un par de ojos recorre uno a uno el otro par de ojos y encuentra en cada pupila un saludo, una especie de bienvenida, como quien dice: las niñas y los niños de los ojos se enamoran.  
En Pantalones Largos, en el Capítulo XII de la Primera Parte, titulado Luli, lulinda, luliluli Neco alega que él ama con el estómago no con el corazón y que ésta no es una novela romántica. Tampoco es cuento. El corazón – el de él -, responde a los sustos, a la angustia y al cansancio… Pero cuando se trata de amor, qué va, su corazón se queda tan pasivo, tan indiferente que a veces le da miedo. Por otro lado, dice que su estómago es de lo más sensible y poético y que se revuelve conmovido al son de la pandereta de Lorca: “El cielo se les antoja una vitrina de espuelas”, o con el violoncello de Neruda: “Te recuerdo tal como eras en el último otoño, la boina gris y el corazón en calma”, o con “el solo de flauta en la terraza de la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento” de Octavio Paz. La decisión de tocar un dedo a la mujer admirada, de decir “te quiero” por vez primera, atraviesa con rayos laser su duodeno y abochorna con vientos glaciales su recipiente estomacal. Sin embargo, hay emociones mixtas en las que el cerebro y estómago cantan a dúo mejor que “Los Tabogans”.
…Aquí la experiencia del primer beso de amor:
Estoy en medio de una vorágine. ¿Qué más? Mi mano atrevida, sacrílega, la toma por la mejilla y la obliga a mirarme. Sin oposición Luli me da la cara, tiene los ojos cerrados. “¿Qué esperas, idiota?” Me grita el corazón. Acerco mi cara a la de Luli. Esto es y será siempre lo más arriesgado y delicioso en la relación con una mujer: intentar el primer beso.
Labios con labios. Ahora lo importante es no separarse. Oh, Luli, estás toda tú, aquí, en mi boca.
Casi nos ahogamos en nuestro primer beso. Nada de lengua ni de saliva, puro labios; eso sí, bien pegados. Nos separamos y nos volvimos a unir. ¡Qué hambre de boca ajena!
- Yo te quiero…¿y tú? En verdad, salí bien librado de las críticas y además, picado.
- Yo también te quiero.
¡Qué bella es la vida!
Este prolífico escritor panameño, cuentero, teatrero, novelero y ensayista nos presenta, siete capítulos antes, en ese juego constante con el tiempo, la diferencia entre ese sentimiento intenso hacia otra persona, con el deseo de que nos alegre y nos de energía para convivir y comunicarnos, lo que podríamos llamar “amor idealizado”, con el material, con el amor sexual. En el apartado que tituló La mitigante masturbación nos confiesa que “una vez probado el sexo, que lejos de ser algo prohibido debe considerarse el mejor fruto de la naturaleza, se agiganta su legítimo apetito. Podarlo en el tiempo de la vendimia es peligroso para el cuerpo y para el alma.
A los trece años era un experto masturbándome. Simona era un recuerdo tan valioso, tan guardado, que estuvo a punto de convertirse en leyenda. ¿Habría existido realmente? ¿Dónde está ese yo y ese tiempo tan feliz? Por culpa de Simona algunas de mis masturbaciones se convertían en soliloquio de remembranzas.
“¿Te acuerdas?” Le preguntaba a mi pene bravío y sin memoria.
Todo mi organismo tenía un hambre atroz de sexo. Pero las mujeres parecían encontrarse a años luz de mi cuerpo. Confundí la desdicha del solitario con la cabanga del abrazo.
Por suerte tenía a mi disposición el fragoroso pero mitigante recurso de…”
Como en casi todas sus obras, Neco juega con el tiempo: el convencional, de relojes y calendario; así como con el psicológico, el de las emociones, recuerdos, anhelos, temores y alegrías. Nos habla de la verdad de la vida.
En lo que al tiempo se refiere, Neco sostiene que es la cuarta dimensión y que es tan absoluto como el pensamiento, que uno es capaz de contener al otro y, que el otro, no puede existir independientemente del uno.
El tiempo, que algunas veces es redondo, otras cuadrado, otras rectilíneo, también conoce la espiral, por eso es que, a veces, la historia parece repetirse.

Neco Endara abraza a J, Ardila tras su intervención
Tengo la impresión de que el diecisiete veces galardonado con el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en cuatro géneros y los reconocidos cantautores Pablo Milanés y Rubén Blades comparten la misma exaltación por el tiempo.
Para Pablo “el tiempo, el implacable, el que pasó,/siempre una huella triste nos dejó…/Aferrarse a las cosas detenidas/ es ausentarse un poco de la vida./ La vida que es tan corta al parecer/ cuando se han hecho cosas sin querer./ Al hacer un recuerdo ya nos vamos/ y la vida pasó sin darnos cuenta./ Cada paso anterior deja una huella/ que lejos de borrarse se incorpora/ a tu saco tan lleno de recuerdos/ que cuando menos se imagina aflora.
Y para Rubén: La vida es una huella/ de triunfos y fracasos/ formada por pedazos/ de amor y de dolor/ el tiempo es un rosario/ sus cuentas los recuerdos/ jardín del sentimiento/ de lo que se vivió.
Según Neco el tiempo necesita límites para existir y la luz del Sol es el límite de nuestro tiempo, cuando se apague, desaparecerá nuestra historia.
El tiempo de la novela es más real que el de la vida porque, una vez impresa, no termina, empieza cada vez que alguien abre el libro.

Mi amigancho mide la vida con el reloj del corazón y como a todos se le acabará el tiempo cuando detenga su tic-tac. Sin embargo, conserva la esperanza de que este libro seguirá palpitando un poquito más.
Gracias Machete por enseñarme todas esas cosas y muchas otras que no he mencionado aquí sobre el amor, que las pondré en práctica cuando sea grande.