Entrevista realizada por Ginés J. Vera y publicada en el blog "Libros en la maleta" el lunes 19 de octubre de 2015
Tuve la suerte de poder conocer a Javier Navarro en uno de los encuentros literarios en Valencia, organizado por la LAB, en Ruzafa. Quienes me conocen ya saben de mi fascinación por las narraciones breves y no pude resistirme primero a leer su ‘Tableaux Vivants’ (Ediciones Contrabando, 2015) y a proponerle una entrevista más tarde. El libro me sorprendió gratamente, he aquí la entrevista, agradecido por partida doble a Javier Navarro y, cómo no, al editor Manuel Turégano.
¿Cuál fue el origen de estos diez relatos, fueron escritos ex profeso
para este libro o tuvieron un recorrido previo, se han avenido a este proyecto
desde otros púlpitos?
Los relatos tuvieron un recorrido previo y los seleccioné después para esta
antología, donde, como decía antes, hay muchos hilos conductores. Si de algo
estoy contento con este volumen es, precisamente, la variedad de registros que
están presentes en los relatos. El común denominador es quizá la inquietud, la
perturbación, el elemento fantástico o diferente, no familiar, que se introduce
en lo cotidiano. Pero a partir de ahí he tratado de que las aproximaciones y
los enfoques fueran diferentes, también el tema, la extensión, etc., porque
cada historia merecía un tratamiento distinto.
Al ver las extensiones de los relatos de ‘Tableaux Vivants’ me llama la
atención dos, ‘La habitación verde’ y ‘Un lugar adecuado’ más largos que el
resto.
“La habitación verde” bebe tal vez más de la tradición del relato
fantástico clásico. “Un lugar adecuado” es un juego quizás más complejo en
torno al recuerdo y el engaño de la nostalgia, con un aire onírico y
surrealista que, he de confesarlo, me divertía.
Hay un estilo cuidado especialmente en el lenguaje, en la forma, en las
frases cortas, certeras,
Sí, eso intento. El estilo lo es todo (o casi todo) en literatura, incluso
cuando se busca premeditadamente su ausencia. Me preocupa en
especial la concisión, la precisión en la búsqueda de la palabra exacta (el mot
juste), que es (o debe ser) la tarea principal del escritor, con podas
sucesivas que eliminen lo superfluo. Intento evitar una cierta autocomplacencia
en la escritura, el dejarse llevar en ese sentido.
Y en cuanto al enfoque, veo una apuesta fuerte por los narradores
protagonistas…
La apuesta por el narrador protagonista creo que es una herencia de la
tradición de la literatura fantástica, desde el siglo XIX (Hoffmann, Poe,
Maupassant, las ghost stories, etc) y hasta Borges y Cortázar. La
incertidumbre, la inquietud, la extrañeza en lo cotidiano, se suelen instalar
más fácilmente en la mente de los protagonistas, a la vez que su realidad
cotidiana se vuelve menos familiar y, poco a poco, se resquebraja.
Hablaba antes del tono de estos diez relatos, al menos uno se me antoja un
poco díscolo, me refiero a ‘El mejor despertar’, ¿coincidimos en ello?
Otro de los grandes temas -quizás “el tema”-, de estos relatos, es la
muerte, que está presente en todas las historias. Pero pretendía también una
aproximación humorística, irreverente, a ella. El fantástico tiene muchos palos
y el humor macabro es uno de ellos. Este relato pretendía ser un homenaje a
quienes lo han cultivado con mayor acierto, como es el caso, en mi opinión, de
Ambrose Bierce, entre otros.
Los secretos también están muy presentes en estas historias, secretos y un
elemento perturbador -que observa y calla- deslizado para que anide en la
conciencia del lector.
En estos relatos está presente la memoria, que es un tema que me obsesiona,
lo cual no deja de dar pistas sobre mi otra ocupación (y profesión), la de
historiador. Sin memoria no hay identidad. Y en la memoria, en el recuerdo,
anida siempre un secreto, que tiene casi un carácter fundacional en nuestra
identidad.
Hay varios elementos que he querido ver, y digo ver con doble
sentido; aprecio una introversión, cierto voyerismo casi como si se le
presentara una obra de teatro a un lector espectador
Lo cual me remite a la imagen de la portada, este ‘Fading Away’, de Henry
Peach Robinson ¿la eligió a medias con la editorial?, ¿qué le motivó el
escogerla para este ‘Tableaux Vivants’?
No. La escogí yo. Siempre me han fascinado los Tableaux Vivants como
práctica y expresión cultural (ya perdida), muy de moda entre finales del siglo
XIX y principios del XX, y a medias entre el teatro, la pintura y la recién
estrenada (por entonces) fotografía. Precisamente Henry Peach Robinson, un
fotógrafo victoriano pictorialista y autor de esta “Fading away” (1858),
cuidaba al detalle sus montajes, que tenían mucho de teatral y de pinturas
vivas, con personas posando como en auténticos cuadros. Esta fotografía suya en
concreto siempre me ha fascinado, por la luz, el color, la atmósfera que evoca
y el juego entre los personajes alrededor de la protagonista, recreando un tema
romántico por excelencia: la muerte de la joven tísica.
El arte de la escritura también palpita en al menos dos relatos, en la
protagonista de ‘Intruso’ y en los de ‘La habitación verde’. ¿Es en cierto modo
un recurso apetecible para todo autor que gesta historias?
Por supuesto. Escribir es un acto inquietante. Que me perturba. ¿Cómo no
iba a estar presente en estos relatos?
Muchas gracias y mucha suerte, Javier
Por
Ginés J. Vera