ENTREVISTA A JERÓNIMO GARCÍA TOMÁS, con
motivo de la aparición de “Trama de grises” (Ediciones Contrabando)
El Péndulo (VLCNoticias) ha entrevistado a Jerónimo
García Tomás con motivo de la aparición de su libro “Trama de grises”, recién
publicado por Ediciones Contrabando.
Jerónimo García Tomás: ‘Trama
de grises’ contiene nueve relatos de corte más o menos realista. Algunos son de
género negro, otros, no. Pero creo que hasta los que no entran del todo en esta
clasificación contienen algún elemento de fondo que los acerca al género,
elemento que de alguna manera proporciona cierta unidad o coherencia al libro.
E.P.: ¿Por qué te entusiasma el
género negro?
J.G.T.: No sabría qué responder
a eso. ¿Por qué nos gusta la literatura, el cine, el arte, etcétera? Siempre me
ha apasionado la novela realista norteamericana de la primera mitad del siglo
XX y considero que la novela negra forma una parte muy importante de toda
aquella producción. Aunque obviamente, por las razones elitistas de siempre tan
intrínsecas al mundo literario, nunca se ha reconocido a los autores de género
tanto como a otros. Para mí Hammett o Chandler son tan importantes como lo pueda ser
cualquier autor de la generación perdida. Manchette consideraba el género
negro como una de las mayores aportaciones del siglo XX a la literatura. Estoy
de acuerdo con él.
E.P.: ¿Cuál es la conexión de
‘Trama de grises’ con los autores de género negro que admiras?
J.G.T.: Aprendí a escribir
imitando a esos autores. Copiando descaradamente y de manera terrible, claro, a
Chandler, Goodis… Con el tiempo supongo que me pasó lo que a todos, me fui
distanciando poco a poco de mis modelos y fui encontrando una voz propia. Pero
la influencia de éstos siempre te sigue de alguna manera. Como siempre me
interesaron mucho más los clásicos del género que los contemporáneos; en
determinado momento me di cuenta de que mi reto iba a ser mantener esa
influencia sin sonar anacrónico. Los nueve relatos de ‘Trama de grises’
han sido escritos y corregidos a los largo de un periodo de unos diez años.
Creo que mantienen una cierta homogeneidad de estilo, pero está claro que unos
acusan mis influencias más que otros. En algunos casos puede tratarse de una
decisión consciente y en otros, no tanto. Por ejemplo, cuando escribí ‘La mujer
del andén’ tenía muy claro que buscaba un relato al estilo de la novela negra
primitiva, algo que pudiera haber sido publicado en Black Mask. ‘La charca’,
por otro lado, puede recordar a los cuentos de Hemingway. En ‘Expedición
nocturna’ probablemente buscaba un lenguaje más cercano al del paperback de los
50. En otros, como decía, no me planteé este tipo de cosas, y algunos de mis
lectores han detectado influencias o referentes que yo no hubiera imaginado.
E.P.: ¿Cómo ves el género negro
en España?
J.G.T.: Confieso que apenas leo
novela negra española. La poca que he leído no es actual y la leí hace
demasiado tiempo como para tener una opinión fiable. Recuerdo que alguna cosa
de Manuel de
Pedrolo me gustó. Y ‘El inocente’, de Mario Lacruz. De todas
formas, desde hace unos años parece haberse revitalizado el interés por el género
en nuestro país. Hay muchos certámenes y festivales relacionados con la novela
negra. Se está publicando mucho y, lo que me parece más interesante, se están
reeditando muchas obras de autores que llevaban décadas fuera de nuestras
librerías, como Bill S. Ballinger o William Riley Burnett.
E.P.: Eres un gran cinéfilo y
has dirigido cortometrajes. ¿Hay un cruce entre cine y literatura en tu
escritura, en tu manera de narrar?
J.G.T.: Supongo que sí, claro.
Se podría etiquetar mi estilo de cinematográfico. Pero esto me viene ya no sólo
de mi pasión por el cine sino de toda la literatura con la que me he formado.
También eran cinematográficos Hammett y Dos Passos.
E.P.: En la portada del libro
hay una imagen de Roma. ¿Qué es para ti Italia? ¿Cómo te influencia?
J.G.T.: He vivido en Italia dos
veces, la primera en Roma y la segunda en Génova. Italia ha sido muy importante
para mí. Hasta qué punto puede haber influido en mí trabajo es algo que no sabría
decir. Uno de los relatos del libro tiene una relación bastante directa con mi
experiencia en Roma, que es ‘Contratación’. Y cuando escribí ‘Expedición
nocturna’ tenía presentes ambientes y personajes de cierto cine italiano de los
60 y 70. De ahí lo de utilizar nombres propios como Rizio o Lambo, que sería
una especie de abreviatura rara de Lamberto.
E.P.: ¿Te ha influenciado
entonces el cine policíaco italiano de los 70?
J.G.T.: Bueno, no estaba
pensando sólo en el policiaco cuando hablaba de ‘Expedición nocturna’. Pero sí,
el personaje de Rizio podría recordar a uno de los delincuentes sádicos que solía
interpretar Tomas
Milian, por ejemplo. Es esa visión de la criminalidad marginal de
los barrios bajos que se daba tanto en el llamado poliziesco como en algunos
films sociales de la época. El poliziesco me interesa mucho, de todas formas, y
donde más me influyó fue en mi segundo cortometraje, ‘El arma’, que en parte es
un homenaje a aquel cine.
E.P.: En Valencia hay lugares
especializados en novela negra, como por ejemplo la librería Cosecha Roja. ¿Qué
te parece la aparición de estos espacios? ¿Permiten ampliar el interés en el género
negro?
J.G.T.: Me parece estupendo,
claro. Forma parte de esa revitalización de la que hablaba antes.
E.P.: Uno de tus autores
preferidos es Manchette. ¿Qué valoras de sus novelas?
J.G.T.: Me encanta Manchette.
‘Fatal’ es una de mis novelas preferidas. Para mí, es el autor de novela negra
más interesante de la década de los 70, junto con el británico Ted Lewis, al
que prácticamente no se conoce en nuestro país. Es cierto que la obra de
Manchette puede ser un tanto irregular, que no todas sus novelas están al mismo
nivel. Pero las que son buenas me parecen brillantes. Me gusta la manera en que
utilizaba de manera tan explícita elementos típicos y ya codificados del género
para, a partir de ellos, elaborar un discurso y una poética propia. Consiguió
ser el mejor renovador de su generación a base precisamente de volver a las raíces.
Además, le admiro el dominio de la técnica objetivista que llegó a demostrar en
sus últimas novelas.
E.P.: ¿Cuál es el leitmotiv
de los nueve relatos de ‘Trama de grises’? ¿Qué los une para estar en un mismo
libro?
J.G.T.: No sé si puede
hablarse de un leitmotiv.
No es que exista realmente una unidad temática, o algo por el estilo. El título
vendría a hacer referencia a la ambigüedad que suele ser característica de las
situaciones que describo, al hecho de que no haya buenos y malos o de que los
posicionamientos morales nunca terminen de quedar claros. A nivel temático,
supongo que hay cuestiones que aparecen y vuelven a aparecer, aunque no siempre
soy consciente de esas cosas. Hace un tiempo me señalaron que un tema
recurrente en mis relatos era el de la manipulación. Y es cierto. Es un tema recurrente.
Pero nunca había reparado en ello hasta ese momento. En el libro, de todos
modos, hay relatos que podrían encajar en distintas definiciones. Los hay más
dramáticos, más cómicos, más de género, más naturalistas… Pero aún con todo, no
creo que haya ninguno que desentone. A nivel tanto formal como de contenido, me
parece que forman un conjunto rico pero homogéneo.
E.P.: La ambigüedad moral de la
que hablas, y que en cierto modo preconizas, significa que desechas todo
referente moral? ¿La literatura, según tú, no debe respaldar ninguna postura ética?
J.G.T.: No voy a entrar a
debatir en torno a lo que la literatura debe o no debe hacer. De lo que sí huiría
totalmente es de hacer literatura con fines didácticos y moralizantes. La
postura ética uno la tiene y la vuelca en lo que escribe aunque no quiera. A
estas alturas todos tenemos ya bastante claro que los textos totalmente limpios
no existen, que hasta la mayor neutralidad está condicionada de una manera u
otra por quien la utiliza. No creo que nadie se pueda llevar a engaño a este
respecto. Lo que yo nunca haría es forzar la presencia de dicha postura. Es
decir, nunca me plantearía que postura ética quiero mantener en lo que escribo
ni me preocuparía por plasmarla. El tipo de literatura que me interesa es el
que mantiene al narrador lo más apartado posible de la historia, el que nunca
juzga a los personajes y el que trata de dejar que el lector saque sus propias
conclusiones. Respecto a la ambigüedad moral, la buena novela negra se ha distinguido
siempre por ella, y por evitar el maniqueísmo de blancos y negros que sí ha
podido caracterizar otros géneros populares.
E.P.: La literatura negra clásica
empleaba muchas veces el relato para hacernos una precisa radiografía de su época,
mostrar el lado oscuro, perverso y siniestro del poder. ¿Te sientes vinculado a
esa opción o distante de ella?
J.G.T.: Sí, es uno de los
aspectos del género en el que más se hace hincapié últimamente. No me siento ni
vinculado ni distante. Algunos de los relatos de ‘Trama de grises’ pueden tener
un componente social, como ‘El contrato del gas’ o ‘Una mujer demasiado alta’.
En cualquier caso, nunca ha sido algo que me haya planteado de antemano. Ha
surgido así, y punto. La radiografía de la época y el mostrar el lado siniestro
del poder es algo que la novela negra puede hacer y ha hecho en múltiples
ocasiones. Pero también me parece importante recordar que no es lo único que
puede hacer. Lo digo porque a veces tengo la sensación de que se recurre al
argumento del retrato y la denuncia social como el único modo de defender el género
frente al menosprecio de la crítica elitista, y esto me parece un error. El género
ha dado a lo largo de su historia un buen número de obras lo bastante buenas y
con los suficientes valores estéticos como para ser defendidas desde una
perspectiva estrictamente literaria. El valor del género como vehículo para el
retrato social está ahí y me parece bien reivindicarlo, pero no debe
convertirse en un clavo ardiendo al que agarrarse. Eso sería contraproducente.
E.P.: Tus relatos, en gran
medida, eluden los elementos más típicos y efectistas del género (crímenes,
detectives, policías corruptos…), y desarrollan sus tramas en escenarios mucho
más cotidianos. ¿Por qué prescindir de lo que todo el mundo espera encontrar y
centrarse en aspectos que, en principio, pueden atraer poco al lector?
J.G.T.: Bueno, algún que otro
crimen si que hay. Pero entiendo lo que dices. No es que huya de esos elementos
típicos, pero hasta el momento supongo que me ha atraído más la idea de
utilizar el lenguaje del género para acercarme a entornos y personajes
cotidianos. Esto tampoco es algo nuevo. Los pequeños delitos mezquinos que se
cometen en casa del vecino, incluso sin detective que los investigue, pueden
resultar tan interesantes como las guerras ente mafiosos o los chantajes a
ricos decadentes.
E.P.: ¿Has pensado llevar al
cine alguno de estos relatos?
J.G.T.: No, nunca. Lo que busco
en la literatura no suele coincidir con lo que me gusta hacer en cine. En
principio, no me veo interesándome en adaptar nada mío. Pero nunca se sabe.
E.P.: Supongo que estás
escribiendo algo nuevo ahora. ¿Persistes en el mismo género?
J.G.T.: Estoy terminando una
novela ahora mismo. Y sí, es negra.
El Péndulo de VLCNoticias/Jimmy Entraigües
20 de febrero de 2014.
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