Intervención de José Antonio Ardila Acuña (Universidad de Panamá) en la presentación de PANAMÁ SPLIT, de Ernesto Endara, en la FNAC de Valencia el 22 de septiembre.
Hace seis años Ernesto
Endara me invitó a participar de la mesa sobre Literatura Erótica en la V Feria Internacional
del Libro en Panamá.
¿Se
imaginan a este casto varón hablando sobre erotismo? ¿Yo, que soy un narrador
de Ciencia Ficción en la cátedra de Economía Política de la Facultad de
Economía de la Universidad de Panamá?
José Ardila durante su intervención |
Pues
bien, es tal su poder de persuasión que después de una larga conversación y
tres cafés tintos me convenció y me lancé sin paracaídas y los ojos cerrados a ese torrente literario.
Las
críticas no se hicieron esperar y al año siguiente eliminaron esa mesa de la
Feria. No sé por qué.
En verdad, salí bien librado de las críticas y además,
picado; por eso estoy hoy aquí para hablar del Amor y el Tiempo en los párrafos
y páginas de Panamá Split que yo conozco como Pantalones Cortos y Pantalones
Largos porque, al igual que Agustín Lara, Tito Rodríguez, Daniel Santos, Hugo
del Carril, Pablo Milanés, Neco le canta al
amor, le canta a la vida no importa cuál sea la situación; a la belleza.
A diferencia
de los compositores y cantantes mencionados Endara cocina el Amor y lo hace no solamente al limón, o lo sirve crudo en su jugo –obviamente platos
demasiado fuertes para los pudorosos–; sino también lo prepara en tiernas
ensaladas y suaves postres, mousses de vainilla y chocolate y los siete sabores
de macarons de manzana y frambuesa.
Para Neco, y estoy
totalmente de acuerdo con él, el amor debe, tiene que ser así, pasar por todas
las etapas, los sabores, y toda la escala de voltajes.
Al mejor estilo de Publio
Ovidio Nasón (comúnmente llamado Ovidio) que en su obra Ars
Amatoria y Remedia Amoris, conocida entre nosotros con el título de El
arte de amar, plasma al amor
como algo que se persigue, que no debemos esperar a que llegue, sino que
siempre hay que tratar de buscarlo, pretendiendo dar consejos sobre cómo
conseguir a la pareja, como conseguir el amor en sí.
El amor es la esperanza del
mundo.
En el Capítulo VII de
Pantalones Cortos Ernesto Enrique Endara, con esa facilidad con que describe
los sentimientos de amor subraya que el amor a primera vista es cuando un par
de ojos recorre uno a uno el otro par de ojos y encuentra en cada pupila un
saludo, una especie de bienvenida, como quien dice: las niñas y los niños de
los ojos se enamoran.
En Pantalones Largos, en el
Capítulo XII de la Primera Parte, titulado Luli, lulinda, luliluli Neco alega
que él ama con el estómago no con el corazón y que ésta no es una novela
romántica. Tampoco es cuento. El corazón – el de él -, responde a los sustos, a
la angustia y al cansancio… Pero cuando se trata de amor, qué va, su corazón se
queda tan pasivo, tan indiferente que a veces le da miedo. Por otro lado, dice
que su estómago es de lo más sensible y poético y que se revuelve conmovido al
son de la pandereta de Lorca: “El cielo se les antoja una vitrina de espuelas”,
o con el violoncello de Neruda: “Te recuerdo tal como eras en el último otoño,
la boina gris y el corazón en calma”, o con “el solo de flauta en la terraza de
la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento” de Octavio Paz. La
decisión de tocar un dedo a la mujer admirada, de decir “te quiero” por vez
primera, atraviesa con rayos laser su duodeno y abochorna con vientos glaciales
su recipiente estomacal. Sin embargo, hay emociones mixtas en las que el
cerebro y estómago cantan a dúo mejor que “Los Tabogans”.
…Aquí la experiencia del
primer beso de amor:
Estoy en medio de una
vorágine. ¿Qué más? Mi mano atrevida, sacrílega, la toma por la mejilla y la
obliga a mirarme. Sin oposición Luli me da la cara, tiene los ojos cerrados.
“¿Qué esperas, idiota?” Me grita el corazón. Acerco mi cara a la de Luli. Esto
es y será siempre lo más arriesgado y delicioso en la relación con una mujer:
intentar el primer beso.
Labios con labios. Ahora lo
importante es no separarse. Oh, Luli, estás toda tú, aquí, en mi boca.
Casi nos ahogamos en nuestro
primer beso. Nada de lengua ni de saliva, puro labios; eso sí, bien pegados.
Nos separamos y nos volvimos a unir. ¡Qué hambre de boca ajena!
- Yo te quiero…¿y tú?
En verdad, salí bien librado de las críticas y además, picado.
- Yo también te quiero.
¡Qué bella es la vida!
Este prolífico escritor
panameño, cuentero, teatrero, novelero y ensayista nos presenta, siete
capítulos antes, en ese juego constante con el tiempo, la diferencia entre ese
sentimiento intenso hacia otra persona, con el deseo de que nos alegre y nos de
energía para convivir y comunicarnos, lo que podríamos llamar “amor
idealizado”, con el material, con el amor sexual. En el apartado que tituló La
mitigante masturbación nos confiesa que “una vez probado el sexo, que lejos de
ser algo prohibido debe considerarse el mejor fruto de la naturaleza, se
agiganta su legítimo apetito. Podarlo en el tiempo de la vendimia es peligroso
para el cuerpo y para el alma.
A los trece años era un
experto masturbándome. Simona era un recuerdo tan valioso, tan guardado, que
estuvo a punto de convertirse en leyenda. ¿Habría existido realmente? ¿Dónde
está ese yo y ese tiempo tan feliz? Por culpa de Simona algunas de mis
masturbaciones se convertían en soliloquio de remembranzas.
“¿Te acuerdas?” Le preguntaba a mi pene bravío y sin
memoria.
Todo mi organismo tenía un hambre atroz de sexo. Pero
las mujeres parecían encontrarse a años luz de mi cuerpo. Confundí la desdicha
del solitario con la cabanga del abrazo.
Por suerte tenía a mi disposición el fragoroso pero
mitigante recurso de…”
Como en casi todas sus obras, Neco juega con el
tiempo: el convencional, de relojes y calendario; así como con el psicológico,
el de las emociones, recuerdos, anhelos, temores y alegrías. Nos habla de la
verdad de la vida.
En lo que
al tiempo se refiere, Neco sostiene que es la cuarta dimensión y que es tan
absoluto como el pensamiento, que uno es capaz de contener al otro y, que el
otro, no puede existir independientemente del uno.
El tiempo, que algunas veces es redondo, otras
cuadrado, otras rectilíneo, también conoce la espiral, por eso es que, a veces,
la historia parece repetirse.
Neco Endara abraza a J, Ardila tras su intervención |
Tengo la impresión de que el diecisiete veces
galardonado con el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en cuatro géneros
y los reconocidos cantautores Pablo Milanés y Rubén Blades comparten la misma
exaltación por el tiempo.
Para Pablo “el
tiempo, el implacable, el que pasó,/siempre una huella triste nos
dejó…/Aferrarse a las cosas detenidas/ es ausentarse un poco de la vida./ La
vida que es tan corta al parecer/ cuando se han hecho cosas sin querer./ Al
hacer un recuerdo ya nos vamos/ y la vida pasó sin darnos cuenta./ Cada paso
anterior deja una huella/ que lejos de borrarse se incorpora/ a tu saco tan
lleno de recuerdos/ que cuando menos se imagina aflora.
Y para Rubén: La vida es una huella/ de triunfos y fracasos/ formada por pedazos/ de
amor y de dolor/ el tiempo es un rosario/ sus cuentas los recuerdos/ jardín del
sentimiento/ de lo que se vivió.
Según Neco el tiempo necesita límites para
existir y la luz del Sol es el límite de nuestro tiempo, cuando se apague,
desaparecerá nuestra historia.
El tiempo de la novela es más real que el de la
vida porque, una vez impresa, no termina, empieza cada vez que alguien abre el
libro.
Mi amigancho mide la vida con el reloj del
corazón y como a todos se le acabará el tiempo cuando detenga su tic-tac. Sin
embargo, conserva la esperanza de que este libro seguirá palpitando un poquito
más.
Gracias Machete por enseñarme todas esas cosas y
muchas otras que no he mencionado aquí sobre el amor, que las pondré en
práctica cuando sea grande.
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