lunes, 15 de septiembre de 2014

SOBRE TRAMA DE GRISES

Fotografía de Tomasso de la Foce para la portada de "Trama de grises".
Todos los planes han salido mal
En el contexto de degradación social que vivimos, el género negro adquiere vigencia como narrativa contemporánea con la aparición de autores como Jerónimo García Tomás. En Trama de grises (Ediciones Contrabando), el relato realista se convierte en narración criminal.
Valentín Vañó | 12 de julio de 2014 | El Hype
En el primer relato de esta antología, titulado “La charca”, un escenario rural bucólico queda envenenado de una violencia profundísima que se le entrega al niño protagonista en forma de enseñanza iniciática. La violencia es un elemento esencial de la antología Trama de grises, del escritor y cortometrajista Jerónimo García Tomás: aunque estos relatos son, en un sentido estricto, realistas, algo en su atmósfera suele inclinar la balanza hacia el lado salvaje. No importa que los delitos que aparecen en sus páginas sean chapuceros y de poca monta; el lector tendrá la sensación de haber leído un volumen de auténtica narrativa de género negro o policíaco.

De los nueve cuentos de Trama de grises, quizás el único donde Jerónimo García se permite una recreación estilizada de los clichés visuales y genéricos del noir más canónico es “La mujer del andén”, un relato que parece una ensoñación esteticista insertada en un conjunto narrativo de realismo sucio cotidiano. Como un joven Raymond Carver que no puede evitar convertirse en un Jim Thompson del extrarradio, García desplaza con toda naturalidad su interés temático del puro esbozo naturalista a la descripción de los bajos fondos sórdidos de nuestras grandes ciudades contemporáneas.

En estos relatos se cumple, con toda efectividad, ese lugar común sobre la narrativa breve: parecen capítulos extraídos de novelas inexistentes. El autor conoce tan bien a sus personajes que la densidad, no solo de información, sino de sugerencias sobre sus psicologías, motivaciones y anhelos quedan en la conciencia del lector una vez terminada la lectura. La técnica narrativa objetivista refuerza esa sensación de vida real sobre el papel. Quizás como consecuencia de la doble formación de García como técnico audiovisual y filólogo, su escritura tiene una sugerencia de veracidad cinematográfica despojada de las trampas del montaje, donde el énfasis se pone en las interacciones de los personajes y en su relación con el tempo narrativo.

“Contratación” y “Lo sentimos mucho por ti” son dos relatos netamente realistas o carverianos, que esconden sendos misterios en su descripción de encuentros urbanos. Ambos describen a la perfección el tipo de comportamiento íntimo miserable que rige en las interacciones sociales en las urbes despersonalizadas. “El contrato del gas” es quizás el menos interesante del conjunto, por su característica de viñeta humorística tremendista, pero queda bien integrado y justificado como desengrasante ante la gravedad de otros cuentos, y además comparte y exacerba las claves de pesadilla urbana que recorren todo el libro.

 Fotograma del cortometraje 'El arma', de Jerónimo García Tomás
Fotograma del cortometraje El arma, de Jerónimo García Tomás.

Por su parte, “Terrones de azúcar” y “Una mujer demasiado alta” son dos piezas donde se evidencia la habilidad del autor para recrear con sensibilidad y sutileza los pequeños infierno privados contemporáneos. En “Terrones de azúcar”, el subtexto que vehicula el relato, y la elipsis pudorosa sobre la que se construye, evolucionan con coherencia hacia el desesperanzado desenlace. En el extremo temático inverso, “Expedición nocturna” y “El favor” representan una veta notable de género criminal, aunque queden sometidos a la ambición documental de todo el volumen: los tipos peligrosos de uno y otro relato, y sus comportamientos delictivos, están exentos de glamour. Uno sospecha que la gente chunga que se dedica al trapicheo, el hurto menor, el asalto improvisado o la pequeña extorsión, se parecen peligrosamente a los personajes de Jerónimo García.

Trama de grises está publicado por Ediciones Contrabando, una nueva editorial con sede en Valencia, que desde su espacio independiente está abriendo un nuevo tipo de diálogo entre las narrativas española y latinoamericana. En un año, su catálogo ha creado un entorno editorial de calidad para jóvenes escritores como los españoles Bárbara Blasco o el propio Jerónimo García Tomás, el chileno Aldo Alcota o el cubano Carlos Michel Fuentes, y ha recuperado textos menores de autores emergentes como Ariana Harwicz Alejandro Zambra. En el caso de Trama de grises, la edición se complementa y enriquece con la portada de alto contraste de Tomasso della Foce y las minimalistas ilustraciones interiores de Alex Tal Cual.

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