viernes, 19 de julio de 2013

Guayacán/ Virgen Bacon, de Aldo Alcota























En Aldo Alcota (Santiago de Chile, 1976) conviven dos almas gemelas. La del pintor y dibujante, y la del poeta. Son almas distintas, pero no enemigas. Cada una fecunda a la otra. Cada una reta a la otra en un duelo permanente e imaginario.

Los dos poemarios que componen este libro son fruto de esas escaramuzas, lidiadas en dos continentes diferentes. Guayacán es el lado de allá: Chile, América, Coquimbo... Ese es el territorio salvaje, lúdico y asombroso donde Niño Perro (trasunto chileno de Rómulo y Remo, un huérfano amamantado por perras vagabundas) hace discurrir su infancia imposible. Las palabras (que brincan, sin explicaciones, del verso a la prosa poética) son como brochazos que van dibujando en el lienzo un paisaje tan desgarrador como grotesco.

Virgen Bacon es el lado de acá: Europa. Los cuerpos desfigurados, desmembrados y sufrientes de las pinturas de Bacon -imágenes de una humanidad amputada- inspiran ahora una voz y una figura femenina, que oscila en todo momento de lo abyecto a lo sublime, de lo sublime a lo abyecto, como corresponde a su naturaleza múltiple y mutante: perversa, viciosa, borracha, jugadora...,  pero también cándida ama de casa, amantísima madre de unos hijos imaginanios, incansable fregona... Una entrañable figura grotesca, una rosa carnívora crecida entre la inmundicia.

En estos poemarios, ricos de imaginería barroca y ejercicios de escritura automática, Aldo Alcota apela a reinventar la navegación surrealista. 

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